Reportaje:

Oír el silencio en la Gran Vía

El Ayuntamiento cierra por segundo domingo al tráfico la avenida y los peatones vuelven a acudir masivamente

Segundo domingo de corte al tráfico privado en la Gran Vía. Agentes de la Policía Municipal en cada esquina, vallas y grandes cartelones se encargaban ayer de recordar a los conductores despistados que esta artería de Madrid permanecerá cerrada, desde las diez de la mañana a las doce de la noche, todos los domingos del periodo navideño, hasta el 6 de enero.

Taxis, autobuses y alguna moto campaban a sus anchas, por el carril central de la calle, habilitado para ello por la Policía Municipal. Lo demás: reservado a los viandantes, incluso una parte del asfalto se ha habilitado para que fun...

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Segundo domingo de corte al tráfico privado en la Gran Vía. Agentes de la Policía Municipal en cada esquina, vallas y grandes cartelones se encargaban ayer de recordar a los conductores despistados que esta artería de Madrid permanecerá cerrada, desde las diez de la mañana a las doce de la noche, todos los domingos del periodo navideño, hasta el 6 de enero.

Taxis, autobuses y alguna moto campaban a sus anchas, por el carril central de la calle, habilitado para ello por la Policía Municipal. Lo demás: reservado a los viandantes, incluso una parte del asfalto se ha habilitado para que funcione como una prolongación de la acera, aunque por la mañana pocos se atrevían a transitar por esta zona separada del tráfico por vallas.

Los comercios apoyan el corte, pero afirman que las ventas no aumentan

Chen era una de ellas. Acompañada por su madre, iba tranquilamente con su patinete por uno de los carriles por donde habitualmente transitan sólo los vehículos. "Esto es una transgresión, un lujo que hay que aprovechar".

Los comerciantes aplauden de momento la medida. "La gente va más despacio y se toma más tiempo en cada compra. Es como si al dejar el coche en el aparcamiento o en la puerta de su casa, aparcaran también el estrés", comenta Honorio, empleado de una zapatería situada en la Gran Vía.

Fuera, las personas van y vienen, se paran ante los escaparates sin importarles demasiado el corte al tráfico privado.

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Es el caso de Javier y María, que viven en Las Rozas y han aprovechado la medida para enseñar a sus hijos el metro. "Venimos a dar una vuelta, hemos dejado el coche en Moncloa y desde allí en metro. Los niños no lo conocían y ha sido una experiencia para ellos. Están encantados". Confiesan que si no hubiera estado cortada la Gran Vía se hubieran acercado con su vehículo.

A las tiendas de la calle de Preciados la medida no les ha quitado público. Los empleados de una conocida juguetería aseguran que no han notado ni más ni menos gente. "Hay la misma, en estas fechas es normal que se produzcan aglomeraciones".

Son las doce de la mañana y empiezan los problemas en la calle de Leganitos, para llegar al aparcamiento de Santo Domingo. Unos no han oído hablar de la medida, "vamos a ver el Congreso y, la verdad, no nos hemos enterado de nada", confesaba Luis mientras esperaba la cola al volante de su coche fumando un cigarro.

Óscar, en cambio, estaba bien informado, pero ante la aglomeración de coches dice que el próximo día utilizará el transporte público.

A Chencho, que vende castañas, batatas y mazorcas asadas desde hace 15 años en un puesto en la plaza de Callao, lo que más le ha llamado la atención es el silencio. "¿No lo oyes?", pregunta. "Hay ruido, sí, pero no es el mismo, no se oyen los pitos de los coches. Sobre todo al mediodía", dice sonriendo.

La medida le parece perfecta, porque las ventas no bajan, la gente abarrota las calles y encima se está más tranquilo.

Las bocas de metro de Callao y Sol no paran de escupir personas animadas por el buen tiempo a dar un paseo y, de paso, realizar alguna compra. Muchos de ellos se afanaban con los carritos de los niños escaleras arriba. "No nos importa utilizar el transporte público, pero la verdad es que podrían facilitar un poco las cosas para que venir con los niños pequeños no fuera tan complicado", opinan Pedro y Ana, mientras su hijo de 14 meses, sin inmutarse, duerme a pierna suelta en el carrito.

La moto está permitida. Miguel Ángel, que viene desde Aluche, a "hacer unas comprillas", ha optado por las dos ruedas. "No he tenido ningún problema para llegar", apostilla.

Para los taxistas, la Gran Vía de los domingos se ha convertido en el sinónimo del paraíso. "Ha venido muy bien", dice Fernando, que lleva hasta televisión en el taxi. "Yo lo dejaría para siempre. Se pueden acercar a algún lugar de Madrid en el coche y dejarlo aparcado. Luego, una vez hechas las compras, pueden coger un taxi, el metro o el autobús. Porque, para trayectos cortos, un taxi con cuatro personas te sale por lo mismo que otro transporte público", dice.

Los restaurantes y bares de la zona notaron una mayor afluencia de clientes el domingo pasado. "Quizá fue por el puente, pero la cola llegaba hasta la puerta. Para nosotros fue horroroso", relata una empleada de un restaurante de comida rápida situado en la Gran Vía.

La encargada de un café cercano corrobora sus palabras. "Estábamos desbordados, había mucha gente de fuera. Pero comparando la caja que hicimos con la del año anterior, no hicimos más. Parece que hubo más gente, pero se gastaron menos". Sin embargo, ayer, el día transcurrió mucho más tranquilo. Había menos gente por la calle.

Sin embargo, la percepción de Antonio, camarero de una cafetería, es diferente. "Yo no he notado nada. En realidad han desplazado el atasco a las entradas de los aparcamientos. Entonces ¿qué han conseguido?", comenta mientras se aleja a poner un café.

A los residentes, la medida no les molesta. Aunque una señora interrogaba a uno de los agentes sobre los cortes, ya que, según comentaba, el domingo pasado, debido al colapso que se produjo en el aparcamiento de Santo Domingo, no pudo cruzar la Gran Vía por la calle de San Bernardo.

El Ayuntamiento ha reforzado las líneas de metro y autobuses para facilitar el acceso al centro. La información sobre los cortes inunda también los carteles luminosos de la M-30.

Unos policías municipales controlaban el tráfico a la entrada de la Gran Vía, cortada ayer para los vehículos privados.

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