OPINIÓN DEL LECTOR

Reforzar y reducir

Domingo 7 de diciembre. Los periódicos avanzan que de diez de la mañana a doce de la noche se cortará la Gran Vía madrileña al tráfico privado, potenciándose el servicio municipal de transportes para facilitarnos el acceso al centro.

Hasta ahí, excelente. Mismo domingo, a las siete y veinticinco de la tarde: entramos en Madrid por la N-III, dejamos el coche en las cercanías de Conde de Casal y, con buen ánimo, nos disponemos a coger un autobús municipal de la línea 20 (Moratalaz-Puerta del Sol).

A medida que transcurren los minutos y el vehículo público no llega, el excelente del...

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Domingo 7 de diciembre. Los periódicos avanzan que de diez de la mañana a doce de la noche se cortará la Gran Vía madrileña al tráfico privado, potenciándose el servicio municipal de transportes para facilitarnos el acceso al centro.

Hasta ahí, excelente. Mismo domingo, a las siete y veinticinco de la tarde: entramos en Madrid por la N-III, dejamos el coche en las cercanías de Conde de Casal y, con buen ánimo, nos disponemos a coger un autobús municipal de la línea 20 (Moratalaz-Puerta del Sol).

A medida que transcurren los minutos y el vehículo público no llega, el excelente del principio se va rebajando hasta tornarse en deplorable a las 8.05, momento en el que vemos aproximarse un autobús, aunque tan atestado que el conductor, por prudencia, ni abre la puerta de entrada.

Acabo de pasar del buen ánimo a la irritación en el breve plazo de 40 minutos. A las ocho y cuarto llega el segundo autobús con unos cinco o seis pasajeros menos que el anterior, calculo. No obstante, el conductor abre la puerta, yo creo que por piedad. Nos apretamos situándonos a escasos veinte centímetros del volante.

Es tal la cercanía al funcionario, que me resulta violento no dirigirle la palabra, de modo que, aprovechando un semáforo en rojo, le pregunto si sabe algo sobre el reforzamiento de líneas anunciado, contestándome que, en la 20 concretamente, el refuerzo ha consistido en quitar un autobús del servicio, de manera que, en lugar de los siete habituales que circulan un domingo a esas horas, había seis.

Todos sabemos que reforzar y reducir empiezan por erre, pero entre ambos verbos no se conocen más semejanzas; no obstante, doctores tiene la Iglesia y políticos electos el Ayuntamiento.

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Para volver, en la parada correspondiente de la Puerta del Sol llegamos a formar tres filas diferentes para los tres próximos autobuses que llegaran, Dios mediante. Aquello parecía una cola de racionamiento a lo bestia. Aunque seguidos, por fin aparecieron dos vehículos con el 20 en la frente.

Nos metimos en el primero de ellos y llegamos a Conde de Casal comprimidos y con la firme intención de no volver a coger ningún autobús que lleve al centro los domingos hasta que acabe una experiencia piloto que confunde los verbos reforzar y reducir. Feliz Navidad, don Alberto.

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