Columna

Imperio

Conviene recordar que este horror explosivo y suicida que estamos viviendo (Arabia Saudí, Estambul...) comenzó en el 11-S; pero desde luego la deplorable e inacabada guerra de Irak no ha hecho sino empeorar las cosas. El miedo es muy mal consejero. Por ejemplo, ahora dicen los norteamericanos que van a tomar las huellas dactilares a los extranjeros que atravesemos sus fronteras, lo cual es como convertir a todos los habitantes del planeta en potenciales delincuentes. Detesto el antiamericanismo ciego y visceral. He vivido algún tiempo en Estados Unidos y conozco bien los muchos rasgos envidiab...

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Conviene recordar que este horror explosivo y suicida que estamos viviendo (Arabia Saudí, Estambul...) comenzó en el 11-S; pero desde luego la deplorable e inacabada guerra de Irak no ha hecho sino empeorar las cosas. El miedo es muy mal consejero. Por ejemplo, ahora dicen los norteamericanos que van a tomar las huellas dactilares a los extranjeros que atravesemos sus fronteras, lo cual es como convertir a todos los habitantes del planeta en potenciales delincuentes. Detesto el antiamericanismo ciego y visceral. He vivido algún tiempo en Estados Unidos y conozco bien los muchos rasgos envidiables que posee esa compleja sociedad. Pero son el Imperio, el país más poderoso de la Tierra, y todo poder conlleva abusos (y también genera envidias, desde luego). Tengo buenos amigos norteamericanos que se duelen por la hostilidad que advierten contra ellos por el mundo. Pero eso es algo humano e inevitable: además de ser el Imperio, además de ser los más temidos, además de ser los más imitados, encima no pueden pretender ser queridos. La desconfianza y el resquemor de los subordinados vienen en el mismo paquete junto con el poder. Por eso los norteamericanos deberían tener especial cuidado con las formas y evitar tocar demasiado las narices del prójimo. Y lo de las huellas es bastante irritante. Sé que el 11-S ha aterrorizado (con razón) a los estadounidenses, y que todos tenemos derecho a protegernos. Pero una cosa es protegerse y otra humillar a los demás. En España llevamos mucho tiempo teniendo que defendernos del horror de los etarras, y hemos conseguido hacerlo, me parece, manteniendo cierta dignidad elemental (con la excepción del GAL, pero fue desmantelado y juzgado). Tengo la impresión de que la sociedad norteamericana está perdiendo un poco el sentido de lo real y que se empeña en acorazarse contra los peligros mucho más allá de lo posible. Y no me refiero sólo al terrorismo, sino a todo. Es como si se negaran a aceptar la fragilidad humana, la inevitabilidad de la vejez, el dolor y la muerte. Dentro de poco, las enfermedades también serán consideradas actos terroristas de nuestro organismo. En fin, no me parece bueno para nadie que el Imperio se nos esté poniendo tan histérico.

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