La proliferación de casas adosadas y con jardín dispara el gasto de agua en el área de Barcelona

40 de los 500 hm3 de agua que el área metropolitana consume al año son para riego privado

El auge de la construcción de viviendas unifamiliares está disparando el gasto de agua en el Área Metropolitana de Barcelona, según alerta un reciente estudio realizado por la Universidad Autónoma de Barcelona. El motivo no es otro que el riego de los jardines, una actividad que en verano supone la mitad del gasto de agua de una casa adosada o una vivienda aislada con jardín. De hecho, el 40% de las viviendas de nueva construcción que se han edificado en el área metropolitana de Barcelona entre los años 1985 y 2000 son casas aisladas o adosadas.

Los promedios dicen que cada habitante de...

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El auge de la construcción de viviendas unifamiliares está disparando el gasto de agua en el Área Metropolitana de Barcelona, según alerta un reciente estudio realizado por la Universidad Autónoma de Barcelona. El motivo no es otro que el riego de los jardines, una actividad que en verano supone la mitad del gasto de agua de una casa adosada o una vivienda aislada con jardín. De hecho, el 40% de las viviendas de nueva construcción que se han edificado en el área metropolitana de Barcelona entre los años 1985 y 2000 son casas aisladas o adosadas.

Los promedios dicen que cada habitante de Barcelona gasta unos 130 litros de agua al día. Puede parecer mucho, pero en Sant Andreu de Llavaneres se superan los 400 litros diarios per cápita. Estas desigualdades reflejan el modelo de cada ciudad. La urbe compacta es la más ahorradora, pero allí donde predominan las viviendas unifamiliares hay muchos jardines que regar y el consumo se dispara. Y esto es preocupante porque el modelo de ciudad difusa no para de crecer. Los municipios de renta alta se llevan la palma del consumo ya que los propietarios suelen utilizar el césped como símbolo de posición social a pesar del gran gasto de agua que comporta su mantenimiento.

Urbanismo de chalet

David Saurí y Elena Domene, investigadores del departamento de Geografia y del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales de la Universidad Autónoma de Barcelona, han evaluado recientemente el coste hídrico del urbanismo de chalet. Su conclusión es que en la región metropolitana barcelonesa se dedican unos 40 hectómetros cúbicos al año al riego de los jardines. Es una cantidad importante si tenemos en cuenta que el consumo total del área metropolitana es de 500. Y es una cifra que va a seguir aumentando si continúa el desplazamiento de población desde la ciudad compacta hacia la periferia.

En su estudio, Saurí y Domene han realizado 120 entrevistas a propietarios de casas de tres municipios de un nivel de renta medio (Palau de Plegamans, Santa Eulàlia de Ronçana y Torrelles de Llobregat) y otros tres de renta alta (Sant Andreu de Llavaneres, Sant Cugat del Vallès y Sant Just Desvern). Como resultado de ellas, se ha visto que el consumo de agua es muy superior en los municipios de renta alta, debido a que los jardines son más grandes (464 metros cuadrados de promedio) y a que la planta predominante (48%) es el césped. Las clases adineradas suelen optar por el llamado modelo atlántico de jardín, de inspiración anglosajona, que se convierte en un símbolo de posición social. Pero este modelo no está adaptado al clima mediterráneo y en verano necesita una cantidad no inferior a 30 litros por metro cuadrado semanales, casi el doble que el jardín arbustivo típico de las rentas medias.

El estudio también constata el bajo nivel de aprovechamiento de fuentes alternativas de agua. La gran mayoría de los encuestados utilizan el agua potable de la red general, y sólo en muy pocos casos se usan pozos particulares o agua de lluvia almacenada en depósitos.

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El resultado, según Saurí, es que "durante los meses de verano, casi la mitad del agua consumida en una vivienda unifamiliar se destina a regar el jardín. Y al cabo del año este porcentaje supone un tercio del total". La manera de reducir estos consumos pasaría, según Saurí y Domene, por la sensibilización ambiental, el diseño de jardines adaptados a la climatología y el uso de tecnologías eficientes. El mismo Colegio de Aparejadores de Barcelona recomienda regar los jardines mediante la captación de agua de lluvia, la utilización de agua procedente de depuradora o el reciclado de aguas grises.

Pero estos sistemas no se utilizan apenas, ni las administraciones públicas se han ocupado seriamente de promover su uso, con alguna excepción aislada. El Ayuntamiento de Sant Cugat es una de ellas. El año pasado aprobó una ordenanza que obliga a las nuevas construcciones a dotarse de una serie de medidas de ahorro, desde reguladores de presión hasta la utilización de aguas grises en edificios de más de ocho viviendas y de aguas pluviales en los jardines de más de 1.000 metros cuadrados.

Este tipo de medidas son las que pueden mejorar la situación ya que, según Saurí, el gran regulador de la economía de mercado, el precio, es demasiado bajo para influir en las rentas más altas, precisamente las que más consumen.

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