OPINIÓN DEL LECTOR

Pateras y menores

Un nuevo fenómeno migratorio se está produciendo en Marruecos desde finales de los años noventa: La emigración de los menores de edad. En los años sesenta los hombres constituyen la mano de obra que se importa a Europa, una década después comenzarán a reagrupar a sus familias. Más adelante, en los ochenta y noventa, las mujeres empiezan su camino migratorio. Asistimos al comienzo de una nueva etapa protagonizada por los menores.

Estos chavales proceden de varias zonas de Marruecos, destacan el origen urbano frente al rural y las ciudades del Norte a las del Sur. Los menores que v...

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Un nuevo fenómeno migratorio se está produciendo en Marruecos desde finales de los años noventa: La emigración de los menores de edad. En los años sesenta los hombres constituyen la mano de obra que se importa a Europa, una década después comenzarán a reagrupar a sus familias. Más adelante, en los ochenta y noventa, las mujeres empiezan su camino migratorio. Asistimos al comienzo de una nueva etapa protagonizada por los menores.

Estos chavales proceden de varias zonas de Marruecos, destacan el origen urbano frente al rural y las ciudades del Norte a las del Sur. Los menores que viajan en pateras proceden de zonas rurales; frente a los que viajan como polizones o escondidos en los camiones, que proceden de las periferias de las grandes ciudades. Desde enero de 2003 comienza a aumentar el número de menores que llegan en pateras.

El 24 de septiembre llegó a Tarifa una patera con 21 menores, el más pequeño tenía 13 años. Era la primera vez que tantos niños y adolescentes llegaban en una sola patera. El 27 de octubre el fiscal general del Estado responde con la Instrucción 3/2003 en la que se posibilita el retorno en 48 horas a los menores que tengan más de 16 años. Estos hechos abren muchos interrogantes. La mayoría de los menores que hasta ahora emigraban lo hacían sin el apoyo de sus familias y con algo así como el consentimiento tácito de los padres, impotentes ante las escasas expectativas de futuro que pueden ofrecer a sus hijos. La presencia de menores en pateras responde a otra realidad: La apuesta familiar por el hijo menor de edad, como un día se apostó por el padre o por la madre. El chaval asume antes de tiempo un papel que no le corresponde, ser "el que saque a la familia para adelante".

La migración de los menores es la constatación más clara del rotundo fracaso del cierre hermético de las fronteras europeas. Nuestra política migratoria no gestiona, no ordena la migración, sólo la controla y de forma muy restrictiva.

El fiscal general del Estado limita la protección que se ha de ejercer sobre estos chavales, argumentado su "práctica mayoría de edad y emancipación". La realidad es bien distinta, los chavales que emigran viven en su país una especial situación de desprotección, ante la cual tanto Marruecos como España prefieren cerrar los ojos. Es la exclusión social y el deseo de salir de ella, de promocionar, de cambiar de vida, lo que les lleva a emigrar en busca de "papeles y trabajo". La Instrucción prioriza el carácter de inmigrantes ilegales y desdibuja su condición de menores.

¿Soluciones? Hace falta arraigarlos, enraizarlos, negociar su proyecto migratorio, agilizar los trámites burocráticos y evitar la indefinición competencial de las administraciones. Y retornarlos a casa si quieren, si es por su interés superior, si hay una medida que los integre, si no, volverán una y otra vez a intentarlo, porque como ellos me dicen, sólo tengo una cosa que perder: La vida.

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