Columna

Atraso de treinta años

La exposición se denomina Del Romanticismo a la Modernidad. Se trata de una parte de los fondos de pintura española en la colección BBVA. Los cuadros pueden verse hasta el mes de diciembre en Bilbao, edificio de San Nicolás (Casco Viejo).

Un buena proporción de lo mostrado pone en evidencia el atraso de treinta y cuarenta años que llevaba la pintura española, respecto de la que marcaban con anterioridad las creaciones más adelantadas de artistas franceses, como Cézanne, Manet y Monet, por sólo citar tres ejemplos. Es ineludible no dejar de compararlas, salvo que por rancio chauvi...

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La exposición se denomina Del Romanticismo a la Modernidad. Se trata de una parte de los fondos de pintura española en la colección BBVA. Los cuadros pueden verse hasta el mes de diciembre en Bilbao, edificio de San Nicolás (Casco Viejo).

Un buena proporción de lo mostrado pone en evidencia el atraso de treinta y cuarenta años que llevaba la pintura española, respecto de la que marcaban con anterioridad las creaciones más adelantadas de artistas franceses, como Cézanne, Manet y Monet, por sólo citar tres ejemplos. Es ineludible no dejar de compararlas, salvo que por rancio chauvinismo queramos mirar hacia otro lado...

Con todo, dos únicos autores son los que mantienen el tipo frente a la susodicha opción comparativa. Ellos son Ramón Martí i Alsina (1826-1894), con una vigorosa marina y Pablo Gonzalvo (1828-1896) merced a dos magníficos paisajes umbrosos de la ría de Bilbao, fechados en 1857. En menor grado de aproximación comparativa cabe mencionar un pastel de Manuel Losada (1865-1949), tres paisajes firmados por Eliseu Meifrén (1857-1940) y un paisaje otoñal de Nicolau Raurich (1871-1945).

Ni siquiera se salva Francisco Iturrino (1964-1924), pese a que su cuadro Fiesta en el campo, de 1902, contiene argumentos especialmente atrayentes, por su desgarro. Aún con sus defectos dibujísticos, hay que valorar la atmósfera del cuadro, la vigorosa gestualidad, el sentido del espacio, su composición, la materia, la riqueza y, al tiempo, sobriedad del color, las luces y las sombras, además de los tonos medios y grises. Otro cuadro suyo, Mujer con abanico, está fabricado bajo la clara influencia de Paul Cézanne.

Nos queda el recurso de aplicar ciertas peculiaridades. Y así denotamos entre lo mostrado la pintura galante de José Gallego Arnosa (1859-1917), los retratos de Raimundo de Madrazo (1841-1926) y de Cocó Madrazo (1875-1934), la obra de Anselmo Guinea (1854-1906), cuya fecha es de 1885, que se postula como mejor a la que un año antes firmara Joaquín Sorolla (1863-1923); en el retrato de Sorolla, teniendo como modelo a su suegro, pone de manifiesto cierta cuquería al dejar abocetadas aquellas partes ajenas al rostro, para que la mirada se centre justamente en el rostro, el cual está trazado con mayor esmero. Valentín Zubiaurre (1879-1963) aporta el dulce y sombrío costumbrismo vasco. En uno de los dos jardines de Santiago Rusiñol (1861-1931) se percibe lo increíblemente mal que están pintadas algunas fases del cuadro. Como resulta rígida, dura y acartonada la pieza de Ignacio Zuloaga (1870-1945), Retrato de Mr. Halley-Schmidt, fechado en 1923...

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