Una mirada honesta
Pero hay que convenir que, más allá de los prejuicios, Mercero (y con él sus coguionistas, el propio dramaturgo e Ignacio del Moral) no sólo no se ha dejado llevar por la facilidad, sino que, al contrario, se ha acercado a la situación humana de estos personajes con un cuidado extremo, sin cargar jamás las tintas a cargo de la fácil compasión y tratando, en todo caso, de rescatar los momentos cotidianos de esos adolescentes que, antes incluso que enfermos, son adolescentes con todo lo que ello conlleva: un poco soñadores, un bastante gamberrillos; miedosos como todo hijo de vecino.
Y el...
Pero hay que convenir que, más allá de los prejuicios, Mercero (y con él sus coguionistas, el propio dramaturgo e Ignacio del Moral) no sólo no se ha dejado llevar por la facilidad, sino que, al contrario, se ha acercado a la situación humana de estos personajes con un cuidado extremo, sin cargar jamás las tintas a cargo de la fácil compasión y tratando, en todo caso, de rescatar los momentos cotidianos de esos adolescentes que, antes incluso que enfermos, son adolescentes con todo lo que ello conlleva: un poco soñadores, un bastante gamberrillos; miedosos como todo hijo de vecino.
PLANTA 4ª
Dirección: Antonio Mercero. Intérpretes: Juan José Ballesta, Miguel Ángel Priego, Gorka Moreno, Alejandro Zafra, Maite Jáuregui, Estopa. Género: drama, España, 2003. Duración: 92 minutos.
Y el resultado es una película honesta y sólida, con sus momentos de emoción, faltaría más, pero también de risa, hasta de suspense; con unos protagonistas que se meten literalmente al público en el bolsillo (incluso el más conocido de ellos, Ballesta, que a pesar de sus indudables dotes para la interpretación cae con facilidad en la sobreactuación), con algún numerito sobrante (la canción, enterita, de Estopa) y una encomiable voluntad de mostrar con mirada limpia la cotidianidad terrible de esos jóvenes sufrientes.