OPINIÓN DEL LECTOR

Bienal de Valencia

Al profesor Manuel Menéndez (de la Universidad Cardenal Herrera-CEU) la Bienal no le ha gustado. Lo ha declarado en EL PAÍS del 15 de octubre en un artículo titulado La Bienal de los impactos.

El profesor, para hablar mal de la Bienal, cita dos ejemplos concretos: el primero se refiere a la exposición de Kusturica que se remonta a 2001, el segundo a la muestra de Vangelis que sin embargo no formaba parte del proyecto ni de las exposiciones de 2003.

Al profesor no le gusta tampoco que Valencia intente competir con la gran Bienal de Venecia. Sin embargo el problema es que no...

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Al profesor Manuel Menéndez (de la Universidad Cardenal Herrera-CEU) la Bienal no le ha gustado. Lo ha declarado en EL PAÍS del 15 de octubre en un artículo titulado La Bienal de los impactos.

El profesor, para hablar mal de la Bienal, cita dos ejemplos concretos: el primero se refiere a la exposición de Kusturica que se remonta a 2001, el segundo a la muestra de Vangelis que sin embargo no formaba parte del proyecto ni de las exposiciones de 2003.

Al profesor no le gusta tampoco que Valencia intente competir con la gran Bienal de Venecia. Sin embargo el problema es que no somos solamente nosotros quienes decimos que la recién nacida Bienal de Valencia se comporta mejor que la centenaria y riquísima Bienal de Venecia, sino también los periódicos y críticos de medio mundo.

De la primera Bienal, el profesor no parece haber visto la importantísima exposición de Achille Bonito Oliva y de Peter Greenaway El cuerpo del arte, con 150 de los mayores artistas actuales en el Convento del Carmen, o Russian Madness, de Bob Wilson, que por vez primera trajo a España un grupo de extraordinarios artistas rusos. De la segunda no parece tener ningún recuerdo de la exposición de Salgado sobre los caracteres valencianos o de Microutopías en las Atarazanas, o del Museo del Pasado Imperfecto de Figgis, o del Almacén del adecuado comportamiento de Alsop y McLean o las Comedias bárbaras, primera magnífica dirección teatral de Bigas Luna. Lástima.

También a mí, como al profesor, me gustaría discutir sobre conceptos e ideas y no solamente de datos, miopías, moralismos, conejos o gallinas. Me gustaría, por ejemplo, que se hubiese entrado en el mérito de Solares o del optimismo, en el que 40 artistas internacionales de entre los más importantes del mundo no han enviado obras ya existentes, como se hace en Venecia, sino que han venido físicamente a trabajar a Valencia.

Me gustaría discutir de estas cosas. El problema es que haría falta hacerlo con alguien que, en lugar de prejuicios, estuviera en condiciones de formular juicios.

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