Columna

Reafirmación del pacto

El guiño lanzado por Teófila Martínez a los dirigentes del Partido Andalucista de cara a la formación de Gobierno en Andalucía tras la celebración de las próximas elecciones autonómicas, en el que advertía a los andalucistas de la "falta de lealtad" del PSOE y de la rentabilidad que habían tenido para ellos en el pasado las alianzas con el PP (El PAÍS, 14 de octubre), ha tenido una respuesta inmediata. Al día siguiente, tras la celebración de una reunión ordinaria del comité de enlace del pacto de gobierno PSOE-PA, Javier Aroca, descartaba el cambio de pareja que había sido propuesto por la pr...

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El guiño lanzado por Teófila Martínez a los dirigentes del Partido Andalucista de cara a la formación de Gobierno en Andalucía tras la celebración de las próximas elecciones autonómicas, en el que advertía a los andalucistas de la "falta de lealtad" del PSOE y de la rentabilidad que habían tenido para ellos en el pasado las alianzas con el PP (El PAÍS, 14 de octubre), ha tenido una respuesta inmediata. Al día siguiente, tras la celebración de una reunión ordinaria del comité de enlace del pacto de gobierno PSOE-PA, Javier Aroca, descartaba el cambio de pareja que había sido propuesto por la presidenta del PP, dejando caer de paso que es algo que únicamente "se le ocurre a la gente que está nerviosa y no confía en sus posibilidades" (EL PAÍS 15 de octubre).

El andalucismo cuenta con algo muy importante para subsistir en el sistema político. Dispone de una base electoral

Parece, pues, que el PA no solamente apuesta por mantener el pacto en lo que queda de legislatura, sino que apuesta incluso por hacerlo valer como algo positivo en la campaña electoral, con vistas a una posible renovación para la próxima legislatura. Las dudas que en los últimos meses parecían haber aflorado en la dirección andalucista respecto de la conveniencia de mantener el pacto de gobierno con el PSOE en el futuro, parecen haberse despejado.

La decisión es razonable. Los andalucistas han cambiado demasiadas veces de rumbo en muy corto espacio de tiempo. Y esos cambios de rumbo han desorientado a su base electoral. Es lo que explica la oscilación tan notable que se han producido en los resultados cosechados por el PA desde las primeras elecciones del 15 de junio de 1977. Ha habido momentos en los que parecía que el PA podía llegar a convertirse en un partido de gobierno, es decir, en un partido con opción a llegar a ser gobierno en Andalucía, para pasar casi sin solución de continuidad a casi desaparecer. El andalucismo genera una atracción difusa bastante generalizada. Es lo que explica que en las elecciones municipales tengan éxito candidaturas andalucistas en sitios donde el andalucismo casi no había tenido presencia organizada. Ya pasó por primera vez en las elecciones municipales de 1979 y ha vuelto a pasar, aunque no de la misma manera ni con la misma intensidad, en algunas otras con posterioridad. Esto es algo específico del andalucismo, que no le ocurre a ninguno de los otros tres partidos que tienen representación parlamentaria en Andalucía. Los demás partidos rentabilizan su presencia. Hay una cierta correspondencia entre su presencia política y su resultado electoral. No se alcanza un resultado a partir de la nada o de la casi nada, como le ha ocurrido ya en varias ocasiones al andalucismo. Por supuesto, otros partidos que no tienen representación parlamentaria no pueden ni siquiera soñar en que les ocurra lo que le pasa al andalucismo. Ahí está el ejemplo de los ecologistas como prueba.

El andalucismo cuenta, pues, con algo muy importante para subsistir en el sistema político andaluz. Dispone de una base electoral. En algún momento he llegado a pensar que el andalucismo estaba aproximándose peligrosamente a la extinción, porque los cambios de rumbo de su dirección eran tal políticamente incomprensibles, que iba a resultar muy difícil que los electores lo siguieran. Pero, por lo que indican las encuestas, no parece que ese riesgo de desaparición se haga presente. La base electoral mínima de supervivencia del andalucismo parece mantenerse estable.

Pero no se puede jugar al límite con demasiada frecuencia. Está bien tentar la suerte de vez en cuando y correr algún riesgo, pero no se puede hacer esto de manera permanente. El PA sigue teniendo necesidad de fijar su imagen ante el electorado, de dar garantías de que es un partido fiable, al que los ciudadanos pueden votar con una confianza razonable en el destino que van a dar a sus votos.

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Desde las elecciones de 1996, que pusieron fin a la pinza de la legislatura corta del 94-96, la imagen del PA ante el cuerpo electoral ha sido la de garantizar la gobernabilidad de la comunidad autónoma. Frente al desgobierno impuesto por el PP e IU con aquella disparatada tesis de "gobernar desde el Parlamento", el PA ha proporcionado desde entonces los escaños que han permitido que Andalucía fuera gobernada sin sobresaltos. Los pocos que ha habido han sido consecuencia de la propia ruptura interna del PA, que redujo a su mínima expresión la mayoría parlamentaria que sustentaba al Gobierno.

El PA, máxime después de la ruptura a la que acabo de referirme y del posible impacto de la misma en la próxima convocatoria electoral, tiene que optar de una manera muy clara por la imagen con la que quiere presentarse ante los electores. Tiene que decidir si va a seguir presentándose como la potencial garantía de la estabilidad gubernamental o si se considera en condiciones de prescindir de dicha imagen e intentar competir electoralmente con más libertad, pero también con más riesgo.

Da la impresión de que va a optar por la primera de estas posibilidades. Ese parece ser el sentido de las palabras de Javier Aroca a las que hacía referencia al iniciar este artículo. En las condiciones en las que el PA va a tener que concurrir a estas elecciones compitiendo con el PSA, es lo más sensato. Hasta que el PA no haya comprobado si es capaz de quedarse casi en su integridad con el voto andalucista, no puede permitirse el lujo de correr riesgos. De todas maneras, con la dirección andalucista no se puede estar nunca seguro de lo que puede pasar, porque ya en el pasado han tomado decisiones realmente incomprensibles. Ya veremos.

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