Desgracias ajenas y tópicos
Habría que suprimir radicalmente la programación que se está emitiendo actualmente en la Radio Televisión de Andalucía (RTVA) y apostar definitivamente por un televisión pública de calidad y por una programación que se atenga a los objetivos que marca la ley de creación del ente de 1987.
De un día para otro habría que suprimir radicalmente esos programas que están considerados como telebasura. El entretenimiento no está reñido con el servicio público, siempre que sea de calidad y al día de hoy Rafael Camacho y el PSOE han optado por ofrecer a los andaluces un entretenimiento de m...
Habría que suprimir radicalmente la programación que se está emitiendo actualmente en la Radio Televisión de Andalucía (RTVA) y apostar definitivamente por un televisión pública de calidad y por una programación que se atenga a los objetivos que marca la ley de creación del ente de 1987.
De un día para otro habría que suprimir radicalmente esos programas que están considerados como telebasura. El entretenimiento no está reñido con el servicio público, siempre que sea de calidad y al día de hoy Rafael Camacho y el PSOE han optado por ofrecer a los andaluces un entretenimiento de muy baja calidad.
Creemos que habría que quitar los programas del género del corazón, que me parecen lamentables. Y también espacios que no son programas concretos, sino que en algunos de sus apartados contienen telebasura, como el del periodista Francisco Lobatón, 7 lunas, donde se hace un periodismo de lo más amarillo, utilizando las desgracias ajenas, o como los programas de humor que ahondan en los tópicos andaluces que tanto trabajo nos cuesta quitarnos de encima.
Un vez que está el debate encima de la mesa, sería un buen momento para aprovechar y redefinir el modelo de televisión pública que, en la actualidad, se basa en unos informativos que son el pilar básico de la estrategia del PSOE, y la programación de baja calidad. Creemos que habría que plantear entre todos qué modelo de televisión sería necesario y después modificar la ley si hace falta, pero primero se debe definir con claridad qué objetivo se persigue.