Cartas al director

Depresión posvacacional

Había escuchado hablar de ella y, en alguna ocasión, creí padecerla. Sin embargo, nunca la tuve tan cerca como ahora, en este retorno de vacaciones. Tras dos semanas de viaje en coche por la mitad occidental de Francia, el fin de semana pasado emprendimos el viaje de vuelta.

Primer síntoma de la depresión: shock traumático al entrar en el primer bar español a cenar. Se mezclaban en el suelo colillas, papeles, materia orgánica inclasificable y la suciedad incrustada de días atrás, televisión a todo volumen y brusca atención a la clientela.

Segundo síntoma: aturdimiento ante...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Había escuchado hablar de ella y, en alguna ocasión, creí padecerla. Sin embargo, nunca la tuve tan cerca como ahora, en este retorno de vacaciones. Tras dos semanas de viaje en coche por la mitad occidental de Francia, el fin de semana pasado emprendimos el viaje de vuelta.

Primer síntoma de la depresión: shock traumático al entrar en el primer bar español a cenar. Se mezclaban en el suelo colillas, papeles, materia orgánica inclasificable y la suciedad incrustada de días atrás, televisión a todo volumen y brusca atención a la clientela.

Segundo síntoma: aturdimiento ante las autovías con trazado peligroso, firme que no merece tal nombre, pésima señalización y abandono general de vías de servicio, arcenes y medianeras (pasen por la autopista de Aragón y podrán comprobarlo). Todo ello ha sido aderezado con una rotura del cristal de nuestro vehículo esta misma noche para robar nada, porque ya nada dejamos en él (lo han reventado tres veces en lo que va de año), la interposición de una denuncia por dicho robo en una comisaría que parece salida de una película cutre de gánsteres de los años cincuenta (comisaría Macarena, para más señas) que, eso sí, dispone de un cuadro de la Virgen y un almanaque del Betis (¡que no nos falte de ná!).

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Para colmo, enciendo mi ordenador y se activa un virus que hacen desaparecer en un servicio técnico por el módico precio de 36 euros a cambio de desconfigurarme el módem, aunque no me puedo quejar, ya que el servicio técnico que debía reparar el aire acondicionado ni siquiera ha dado señales que hagan presuponer que realmente existe, y ya van cuatro días de espera.

Menos mal que cuando más deprimida estaba recordé las palabras de nuestro presidente: "¡España va bien!". Gracias, si no fuera por usted tendría que acudir rápidamente al psiquiatra.

Archivado En