Crítica:CINE

Animación inteligente

La abuela tiene la misma cara que el inolvidable secundario Leo G. Carroll, bigotito incluido; por la película desfilan caricaturas de Harpo Marx, Django Reinhardt, las hermanas Andrew, Josephine Baker, Fred Astaire o el general De Gaulle. Y, sin embargo, de lo que va esta película insólita, un excelente ejercicio de animación adulta y técnicamente desbordante, es de otras cosas: del tedio, de la obediencia, del esfuerzo, de la rutina; del Tour, pero también de las cosas que arteramente roban los americanos a nuestros amigos transpirenáicos -la Belleville del título se diría un fecundo cruce e...

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La abuela tiene la misma cara que el inolvidable secundario Leo G. Carroll, bigotito incluido; por la película desfilan caricaturas de Harpo Marx, Django Reinhardt, las hermanas Andrew, Josephine Baker, Fred Astaire o el general De Gaulle. Y, sin embargo, de lo que va esta película insólita, un excelente ejercicio de animación adulta y técnicamente desbordante, es de otras cosas: del tedio, de la obediencia, del esfuerzo, de la rutina; del Tour, pero también de las cosas que arteramente roban los americanos a nuestros amigos transpirenáicos -la Belleville del título se diría un fecundo cruce entre París y Nueva York-. Y de ranas a la cazuela, y de música, y de perros que ladran a los trenes...

BIENVENIDOS A BELLEVILLE

Director: Sylvain Chomet. Género: animación fantástica, Francia-Bélgica-Canadá, 2002. Duración: 79 minutos.

Más información

En realidad, a lo que más se parece la película de Sylvain Chomet es a un título de imagen real, Delicatessen, de Jeunet y Caro, cuya fecunda inspiración parece traspasar géneros y formatos para desparramarse por algunos de los filmes más interesantes producidos por el cine francés de los últimos años. Su descarado surrealismo, su atroz poética de lo cotidiano, maldad incluida; sus personajes, completamente alejados de todo estereotipo se repiten en este peculiar filme animado, excelentemente ejecutado -su puesta en escena resulta siempre impecable, al igual que su tempo narrativo- y tan sólido en su creación de sentido que prescinde olímpicamente de los diálogos, aquí un apéndice prescindible.

Esa autonomía de la imagen, esos personajes entrañables -el perro Bruno, la abuela Souza, el esforzado nieto ciclista Champion, las inefables Triplettes que dan nombre al filme en su versión original- y sus desopilantes, fantásticas situaciones hacen de él una de las más impensadas y apasionantes propuestas de la animación europea contemporánea. Y una recomendación segura para espectadores con afán de descubrimiento.

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