CATÁSTROFE EN LA PLANTA PETROQUÍMICA

Lágrimas y tensión en la sala de espera

En la sala de espera del Hospital Universitario de Getafe los familiares del trabajador Juan Carlos Buenestado González aguardaban ayer a las 16.00 horas las noticias de los médicos. Su madre, Alfonsa González, de 72 años, repetía sin parar entre lágrimas: "¡Ay, mi hijo!". Y añadía que sólo llevaba seis meses en las instalaciones. "Trabaja para una subcontrata de Madrid, Copisa Industrial, que se han portado muy bien porque nos han reservado un hotel en Getafe". Juan Carlos tenía un contrato por obra. Antes era lechero en Puertollano.

Su yerno, Antonio Rodríguez, es secretario general d...

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En la sala de espera del Hospital Universitario de Getafe los familiares del trabajador Juan Carlos Buenestado González aguardaban ayer a las 16.00 horas las noticias de los médicos. Su madre, Alfonsa González, de 72 años, repetía sin parar entre lágrimas: "¡Ay, mi hijo!". Y añadía que sólo llevaba seis meses en las instalaciones. "Trabaja para una subcontrata de Madrid, Copisa Industrial, que se han portado muy bien porque nos han reservado un hotel en Getafe". Juan Carlos tenía un contrato por obra. Antes era lechero en Puertollano.

Su yerno, Antonio Rodríguez, es secretario general de Químicas de Comisiones Obreras en Ciudad Real. "Llegué a los 10 minutos de la explosión y todo era confuso. Esperaremos a que se abra una investigación porque ahora no puedo ser objetivo en mis valoraciones". Juan Carlos comenzó a trabajar en la refinería porque conoció a uno de los encargados. "Estaba en el complejo, pero no era un operario, él conducía un camión y en una de esas idas y venidas le pilló la explosión".

Sólo llevaba un año

Junto a estos familiares se encontraban los del trabajador Juan Carlos Paz, de 40 años, que llegó al hospital de Getafe a las 14.35 en un helicóptero del Sercam. Presentaba un 75% de la superficie corporal quemada e insuficiencia respiratoria con necesidad de ventilación mecánica. Su pronóstico es crítico, según informaron fuentes hospitalarias. Su tía, María Ruiz, explicaba que sólo llevaba un año en la refinería. "Estamos esperando a mi sobrina que viene en coche, yo he podido llegar antes porque vivo aquí en Getafe. Ella está deshecha porque es su marido".

El tercer trabajador ingresado en el hospital de Getafe es Tomás Muñoz Úbeda, de 46 años, que presenta un 45% de la superficie corporal quemada y que tuvo que ser sedado e intubado al sufrir un síndrome de inhalación con insuficiencia respiratoria aguda y necesidad de ventilación mecánica. Su pronóstico es muy grave.

Los otros cuatro empleados heridos fueron ingresados en el hospital La Paz de Madrid. L. G. P., varón de 20 años, presentaba el 85% de la superficie corporal quemada y tuvo que ser intervenido quirúrgicamente. Su pronóstico es muy grave. El segundo es un varón sin identificar que tenía el 100% de su cuerpo quemado y su pronóstico es muy grave.

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El tercer trabajador es J. C. B., un varón de 39 años, que presentaba el 98% de su cuerpo quemado y que fue intervenido quirúrgicamente. Su pronóstico es muy grave. El último empleado herido es J. D. G. P., varón de 58, que tenía el 96% de la superficie corporal quemada y que también fue intervenido. Su pronóstico es muy grave.

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