Tribuna:CAMINOS DE LA FANTASÍA

La galaxia va bien

LA CIENCIA-FICCIÓN, como España, va bien. Al menos eso es lo que parece ocurrir a primera vista. Los temas clásicos de este género que, hace sólo unas décadas, eran desconocidos del gran público han llegado hoy a todos y alcanzan la mayor normalidad, generalmente gracias al cine. En este mismo año, hemos visto películas muy taquilleras que tratan de realidad virtual, de mutantes, de robots e, incluso, de todo tipo de superhéroes. Son temas que parecen estar de moda. Por si ello fuera poco, estamos, al menos en España, en un periodo de vacas gordas. Hoy existen varias editoriales en act...

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LA CIENCIA-FICCIÓN, como España, va bien. Al menos eso es lo que parece ocurrir a primera vista. Los temas clásicos de este género que, hace sólo unas décadas, eran desconocidos del gran público han llegado hoy a todos y alcanzan la mayor normalidad, generalmente gracias al cine. En este mismo año, hemos visto películas muy taquilleras que tratan de realidad virtual, de mutantes, de robots e, incluso, de todo tipo de superhéroes. Son temas que parecen estar de moda. Por si ello fuera poco, estamos, al menos en España, en un periodo de vacas gordas. Hoy existen varias editoriales en activo, varias revistas, se continúan desde 1990 las nuevas Hispacones (las reuniones anuales de aficionados y escritores), y sigue con vida una asociación, la AEFCF (Asociación Española de Fantasía y Ciencia Ficción).

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La ciencia-ficción va bien. Pero ocurren cosas extrañas. El cine parece haber rebajado muchos de los contenidos especulativos a cambio del dominio de los efectos especiales, algunos de los mejores autores parecen haber abandonado el género por otros más cómodos y productivos como la fantasía o el thriller. Para muestra, un botón: en 2002, el mayor premio mundial de la ciencia-ficción, el Premio Hugo, lo obtuvo un buen libro, el cuarto de la serie de Harry Potter que, todo hay que decirlo, no era precisamente lo mejor del género que se había publicado ese año. Por otra parte, la existencia de muchas iniciativas editoriales en España no significa que los autores españoles publiquen más que antes, aunque sí pueden lograrlo más fácilmente, como ocurre en Estados Unidos, si se pasan a la fantasía.

En definitiva, la ciencia-ficción, como España, va bien. Aunque siempre nos queda el consuelo de los buenos autores que, aún con esas dificultades evidentes, siguen haciendo buenos libros: Baxter, Bear, Brin, Robinson, Sawyer, Stephenson, Simmons o Willis, por citar sólo algunos. Sin olvidar los pocos españoles que, como Juan Miguel Aguilera, persisten en la ciencia-ficción aun cuando tengan que publicar sus nuevas novelas en Francia antes que en España.

Miquel Barceló es editor y autor del libro Cómo escribir ciencia-ficción.

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