Editorial:

Religión única

Los obispos han apelado siempre a la Constitución de 1978 para reclamar la imperiosa reforma que acaba de introducir el Gobierno de Aznar en la enseñanza de la religión en la escuela pública. Como si en los 25 años anteriores los Ejecutivos de UCD, del PSOE e incluso del PP en sus primeros siete años de gobierno hubieran estado incumpliendo algún mandato constitucional que sólo los prelados percibían. También venían predicando la necesidad de un acuerdo antes de abordar la reforma de la normativa anterior, con el argumento de que, "sin una solución a fondo del problema, la cuestión va de pelot...

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Los obispos han apelado siempre a la Constitución de 1978 para reclamar la imperiosa reforma que acaba de introducir el Gobierno de Aznar en la enseñanza de la religión en la escuela pública. Como si en los 25 años anteriores los Ejecutivos de UCD, del PSOE e incluso del PP en sus primeros siete años de gobierno hubieran estado incumpliendo algún mandato constitucional que sólo los prelados percibían. También venían predicando la necesidad de un acuerdo antes de abordar la reforma de la normativa anterior, con el argumento de que, "sin una solución a fondo del problema, la cuestión va de pelotazo en pelotazo, cuando debería ser un asunto que estuviera por encima de todos los partidos".

Nada más lejos de esa realidad lo que ha ocurrido después. El consenso que construyeron en materia religiosa los Gobiernos de Suárez y de González, con una regulación que era aceptablemente respetuosa con el principio de neutralidad del Estado, ha saltado por los aires por las exigencias de los prelados católicos, que Aznar ha decidido hacer suyas en el último tramo de su estancia en La Moncloa.

Para colmo, el arzobispo Antonio Cañizares, responsable episcopal de Enseñanza, presumiendo de haber colmado las aspiraciones eclesiásticas con la actual reforma e incluso de contar para ello con el beneplácito de los socialistas, ha puesto en evidencia lo que ya se sabía: que, con la disculpa de la Ley de Calidad de la Educación, el Ejecutivo acaba de dar una vuelta de tuerca a la enseñanza religiosa en una dirección nacionalcatólica claramente desleal con la Constitución de 1978.

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No otra cosa significa que, como reconoce el propio Cañizares, la asignatura de Religión Católica y la alternativa sobre el Hecho Religioso que van a enseñarse en la escuela pública sólo se diferencien en el nombre y coincidan prácticamente en su contenido. ¿Por qué, entonces, seguir con la pantomima de hablar de "opción confesional" y "opción aconfesional"? El arzobispo Cañizares acaba de desvelar la realidad. Habrá religión para todos y será la que quieren los obispos, la suya, como en sus mejores tiempos.

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