Crítica:POESÍA

Sagrado sur profano

Premio Nacional de Literatura por Tiempo del horno y Fastenrath, de la RAE, por Misa solemne, Manuel Mantero (Sevilla, 1930), residente desde hace años en Estados Unidos, completa por ahora su bibliografía con el reciente Primavera del ser. En tres significativos apartados se divide este volumen: Procesión de María, Sueño de Ariadna, Himno a Eurídice, más la final Dedicatoria de un soneto. A la niñez corresponde la primera parte; la segunda, a la juventud; y la tercera es ya la de madurez. El apartado inicial sigue el recorrido de la Virgen de la Amargura en...

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Premio Nacional de Literatura por Tiempo del horno y Fastenrath, de la RAE, por Misa solemne, Manuel Mantero (Sevilla, 1930), residente desde hace años en Estados Unidos, completa por ahora su bibliografía con el reciente Primavera del ser. En tres significativos apartados se divide este volumen: Procesión de María, Sueño de Ariadna, Himno a Eurídice, más la final Dedicatoria de un soneto. A la niñez corresponde la primera parte; la segunda, a la juventud; y la tercera es ya la de madurez. El apartado inicial sigue el recorrido de la Virgen de la Amargura en la Semana Santa hispalense. Aquí está la madre y la Madre, los recuerdos de la infancia, el colegio, en donde "el gesto de orinar era un permiso", los sueños: cine, referencias legendarias o mitológicas... una visión o, mejor, revisión, si tierna, también crítica: "Lugar de la escayola, / la mercantil palmada, la hernia, / la creciente agonía de las toses / y la herencia del conciliábulo: / si los muertos se van, permanecen sus gestos".

PRIMAVERA DEL SER

Manuel Mantero

Igitur. Tarragona, 2003

105 páginas. 9,60 euros

Este itinerario serpea por un dédalo de calles que desemboca en la parte regida por Ariadna: celebran aquí los ditirambos el amor y también el sexo; frente al paisaje urbano, de piedra, éste, el de juventud, tiene como sustento lo líquido, como horizonte el mar, necesidad y alimento. Ahora reinan Dionisos y la ebriedad. La existencia o no de los dioses se echa a suerte, una moneda se lanza al aire: cae de canto. Mantero dedica poemas a Cernuda, a los vates sevillanos y, perteneciente a la generación del 50, también a sus compañeros. Finalmente, el verso se torna más grave en el ciclo de madurez y suena la letanía (que nos regresa al comienzo, a la Madre, a la matriz). En Himno a Eurídice el poeta se duele en la nostalgia de un territorio en el que el amor estuvo y se consumó, un espacio -identificado con Andalucía- perdido, derrotado: lo que fue sagrado Sur profano se tornó impuro y profanado.

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