La Fundación Pi i Sunyer suspende el modelo organizativo de la Administración catalana

El estudio denuncia la excesiva burocracia, el amiguismo y las redundantes cadenas de mando

La Fundación Pi i Sunyer ha publicado un informe sobre la organización y el funcionamiento de la Administración pública catalana, cuyas conclusiones son muy críticas con el Gobierno de la Generalitat. El estudio, elaborado por 17 catedráticos y profesores de Universidad, dibuja una Administración excesivamente burocratizada, con escasos controles internos, idéntica a la Administración central, con redundantes cadenas de mando y donde los criterios de confianza política prevalecen sobre los de eficacia en el nombramiento de cargos. A continuación se ofrece un resumen de las conclusiones.
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La Fundación Pi i Sunyer ha publicado un informe sobre la organización y el funcionamiento de la Administración pública catalana, cuyas conclusiones son muy críticas con el Gobierno de la Generalitat. El estudio, elaborado por 17 catedráticos y profesores de Universidad, dibuja una Administración excesivamente burocratizada, con escasos controles internos, idéntica a la Administración central, con redundantes cadenas de mando y donde los criterios de confianza política prevalecen sobre los de eficacia en el nombramiento de cargos. A continuación se ofrece un resumen de las conclusiones.

- Publicidad. La Generalitat ha sido la Administración autonómica española que más ha gastado en publicidad institucional, sobre todo en promocionar su acción de gobierno. Similar esfuerzo se ha empleado en tejer una red de relaciones públicas "que se ha traducido a veces en una confusión entre actividad institucional y actividad política". Los servicios de información ciudadana ofrecen "información muy generalista, pocos trámites y escaso valor añadido".

- Burocratización. El mimetismo entre la Administración autonómica y la central ha comportado una enorme fragmentación, con un elevado número de organismos y excesivos peldaños jerárquicos. Los secretarios generales han abandonado su perfil técnico para convertirse en una especie de viceconsejeros. Los directores generales son cargos políticos y la mayoría de subdirectores generales han sido elegidos por "afinidades personales". Cargos profesionales están ocupados por criterios de confianza política. Los horarios de trabajo y efectivos son irracionales. El comité de desburocratización creado para modernizar la Administración catalana sólo obtuvo resultados positivos en el caso de las ventanillas, pero no ha generado cambios significativos.

- Organismos autónomos. La Generalitat ha incrementado de forma notable el número de organismos autónomos y agencias, alguno de ellos de dudosa efectividad, y la contratación externa de servicios. Este proceso no ha obedecido a ningún criterio o modelo predeterminado. No existe un seguimiento de garantía y calidad de la externalización de funciones y a veces se han producido "pérdidas de información estratégica". Por ejemplo, la contratación de servicios externos en materia de adopción y de servicios informáticos.

- Funcionarios. En la Administración trabajan 130.000 personas, de las que 50.000 se dedican a la enseñanza y 35.000 a la sanidad. El ratio de funcionarios por cada 1.000 habitantes es de los más bajos, pero no incluye a los maestros de escuelas concertadas ni al personal de centros sanitarios no dependientes, unos 60.000.

- Políticas y resultados. El mantenimiento de un modelo clásico de presupuesto y la ausencia de un cuadro de mandos idóneo impiden verificar si los resultados obtenidos se adecuan a los propósitos iniciales, salvo en el caso del Instituto Catalán de la Salud y de Ferrocarrils de la Generalitat. Además, los controles del Parlament y de la Sindicatura de Cuentas no son "suficientemente eficaces".

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