Crítica:ESTRENO | 'May'

Muñecos diabólicos

Considerable sorpresa en el pasado Festival de Sitges, al cual llegó directa desde ese semillero del cine indie americano que es Sundance, y donde obtuvo los galardones al mejor guión y a la mejor interpretación femenina, May es una desasosegante, a ratos elegante, casi siempre incómoda pero morbosamente interesante peripecia terrorífica. Una trama mostrada, a pesar de su frase-consigna ("Si no logras encontrar un amigo, créatelo": o sea, ¡emula al doctor Frankenstein!), desde una extremada contención y poniendo todo el empeño en el diseño de la personalidad de su turbada, y turb...

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Considerable sorpresa en el pasado Festival de Sitges, al cual llegó directa desde ese semillero del cine indie americano que es Sundance, y donde obtuvo los galardones al mejor guión y a la mejor interpretación femenina, May es una desasosegante, a ratos elegante, casi siempre incómoda pero morbosamente interesante peripecia terrorífica. Una trama mostrada, a pesar de su frase-consigna ("Si no logras encontrar un amigo, créatelo": o sea, ¡emula al doctor Frankenstein!), desde una extremada contención y poniendo todo el empeño en el diseño de la personalidad de su turbada, y turbadora, protagonista.

Superficialmente, la enésima versión de los problemas a que lleva tomarse literalmente las observaciones de los mayores, en el fondo la película explicita uno de los grandes problemas contemporáneos para cualquier persona, joven o no, la búsqueda (frustrada, aquí; y no por falta de ganas) de un interlocutor válido. Pero también las peripecias que debe afrontar aquel (aquella, más bien) que pretenda vivir hasta el fondo su deseo..., sobre todo si éste es tan inclasificable como el que atenaza a la pobre May.

MAY

Director: Lucky McKee.
Intérpretes: Angela Bettis, Jeremy Sisto, James Duval, Anna Faris.
Género: terror, EE UU, 2002.
Duración: 88 minutos.

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Con un peculiar sentido de la elipsis, una magnética actriz, Angela Bettis, y sin ningún tapujo moral, el debutante Lucky McKee borda una película tan zumbona como impecablemente narrada. Tiene un buen pulso, un explícito conocimiento de la mejor historia del género, ideas de puesta en escena de agradecida eficacia y una peripecia que no dura ni un minuto más de lo necesario... Algo que ciertamente no pueden decir la mayor parte de las ficciones terroríficas contemporáneas, con las cuales, para nuestra fortuna, tiene May poco, muy poco que ver.

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