Columna

Vecinos

Conforme van cayendo velos del caso Madrid se confirma el intríngulis de tantas "vocaciones de servicio" en el ámbito de lo local, donde algunos robagallinas han practicado la recalificación y la especulación tras manifestarse incomprensiblemente apasionados por el poco glamuroso cargo de alcalde o concejal de pueblo.

Sin embargo, en tocante a la participación, es en las distancias cortas donde mejor se debería practicar la democracia, la política a ras de suelo pero de altos vuelos. El movimiento vecinal fue, desde el principio de la nueva era, lo más vivo de la llamada "socieda...

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Conforme van cayendo velos del caso Madrid se confirma el intríngulis de tantas "vocaciones de servicio" en el ámbito de lo local, donde algunos robagallinas han practicado la recalificación y la especulación tras manifestarse incomprensiblemente apasionados por el poco glamuroso cargo de alcalde o concejal de pueblo.

Sin embargo, en tocante a la participación, es en las distancias cortas donde mejor se debería practicar la democracia, la política a ras de suelo pero de altos vuelos. El movimiento vecinal fue, desde el principio de la nueva era, lo más vivo de la llamada "sociedad civil"en las grandes ciudades, si no contamos al Partido Comunista ni a las comisiones obreras. Es verdad que liderado en muchas ocasiones por jóvenes fuertemente ideologizados y "organizados", lo que podía confundir peligrosamente las fidelidades. Pero es lo que había. Y ellos -muchas ellas- los más dispuestos a tirar del carro de los barrios en la exigencia de trato más digno.

Con los socialistas en el poder las asociaciones sufrieron un peligroso vaciamiento y desmovilización, comprobándose que habían sido una magnífica cantera de cargos consistoriales.

Ahora el nervio o la hibernación van un poco por zonas, aunque es histórico su déficit de cuadros dirigentes. En la celebración del 25º aniversario, la Federación de Asociaciones de Vecinos de Valencia recuerda sus orígenes y reclama el resto de lo que ya entonces consiguió. Con la callada gubernamental como toda respuesta, ahora es TOT El Saler per al poble, incluido el campo de golf y el Parador, lo que exigen para completar el proceso iniciado a finales de los setenta.

La Devesa constituye todo un símbolo, pero tampoco olvidan que muchos de nuestros barrios siguen degradados, a dos pasos de esas modernas pirámides en las que los políticos se hacen la foto electoral.

Carmen Vila y Juan Antonio Caballero (Confederación) no quieren ser limosneros y necesitan que se valore la importancia de su trabajo en tantos ámbitos: "Somos buena gente y exigimos participar en las grandes decisiones, más allá del bache o la farola". Tienen razón: si las asociaciones de vecinos no existieran, habría que inventarlas.

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