Crítica:

Relato triste, vivo y sólo hilvanado

Ocurre Flores de sangre en un mundo a la deriva, errante y casi a la intemperie, airado pero frágil, duro, a veces durísimo, y sin embargo tierno y en carne viva. En el largo y amargo dúo de una madre cómica de números de strep-tease y su pequeña (y luego adolescente) hija en bambalinas de teatrillos y tablados de espectáculos eróticos pobres, de camino, hay instantes libres, intensos y emotivos. Pero, por desgracia, estas flores flotan desperdigadas en un filme sin cohesión interior, herido por continuos altibajos que la plana y descuidada dirección de Alain Tanner ni remedia ni...

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Ocurre Flores de sangre en un mundo a la deriva, errante y casi a la intemperie, airado pero frágil, duro, a veces durísimo, y sin embargo tierno y en carne viva. En el largo y amargo dúo de una madre cómica de números de strep-tease y su pequeña (y luego adolescente) hija en bambalinas de teatrillos y tablados de espectáculos eróticos pobres, de camino, hay instantes libres, intensos y emotivos. Pero, por desgracia, estas flores flotan desperdigadas en un filme sin cohesión interior, herido por continuos altibajos que la plana y descuidada dirección de Alain Tanner ni remedia ni atenúa, lo que la hace fallida como conjunto, como filme.

FLORES DE SANGRE

Directores: Myriam Mézières y Alain Tanner. Guión: Myriam Mézières. Intérpretes: Myriam Mézières, Bruno Tudeschini, Tess Barthes, Anne Fassio. Género: drama. España/Francia/Suiza, 2003. Duración: 100 minutos.

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