Editorial:

Bienvenida, Polonia

Un rotundo y una participación cercana al 60% en el referéndum polaco de adhesión a la Unión Europea han coronado cinco años de duras negociaciones entre Varsovia y Bruselas. De entre la decena de países, la mayoría ex comunistas, que se incorporarán a la UE en mayo próximo (todos los cuales excepto Chipre se han pronunciado o lo harán sobre sobre su entrada), Polonia era, por motivos obvios, el que suscitaba mayor interés. Aporta más de la mitad de la población total de los aspirantes y su PIB representa casi el 50% del de los restantes candidatos juntos. Su histórica voz se hará oí...

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Un rotundo y una participación cercana al 60% en el referéndum polaco de adhesión a la Unión Europea han coronado cinco años de duras negociaciones entre Varsovia y Bruselas. De entre la decena de países, la mayoría ex comunistas, que se incorporarán a la UE en mayo próximo (todos los cuales excepto Chipre se han pronunciado o lo harán sobre sobre su entrada), Polonia era, por motivos obvios, el que suscitaba mayor interés. Aporta más de la mitad de la población total de los aspirantes y su PIB representa casi el 50% del de los restantes candidatos juntos. Su histórica voz se hará oír en todas las decisiones importantes de una nueva Europa en la que no podía faltar.

El voto polaco cancela definitivamente un ciclo histórico que hasta la reciente caída del comunismo estuvo marcado por décadas de totalitarismo, pobreza e inseguridad, y ha sido bienvenido por todos, desde la Comisión Europea al Vaticano, pasando por EE UU, de quien Varsovia será, junto con Londres, su aliado más seguro en la UE. El papa Wojtyla ha sido un ferviente defensor del , y la poderosa Iglesia católica ha echado el resto para que el domingo la segunda cita de los polacos fuera con las urnas. El mayor temor del Gobierno era que una participación inferior al 50% forzara una adhesión por la puerta falsa de una decisión parlamentaria. En la estela polaca es ahora más fácil un abultado voto afirmativo de los checos, este fin de semana, o de Estonia y Letonia, en septiembre. Hungría, Lituania, Eslovenia, Malta y Eslovaquia han bendecido ya su adhesión en sendas consultas populares.

El referéndum es un balón de oxígeno para el impopular primer ministro socialdemócrata, Leszek Miller, cercado por espinosos asuntos de corrupción y una mala situación económica. En alas del resultado, acaba de anunciar que su Gobierno, minoritario desde marzo, prepara una reforma fiscal y pedirá inmediatamente al Parlamento un voto de confianza para buscar nuevos aliados políticos. Miller, hasta ayer mismo contra las cuerdas y enfrentado al presidente Kwasniewski, aspira ahora a llegar a las generales de 2005.

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