Ética profesional
El pasado día 4 de junio, tras contemplar en un reportaje de al menos 20 minutos en televisión las imágenes tan impactantes (e incluso a veces tan impersonales) de la tragedia ocurrida en Chinchilla, escucho, de voz de la famosa presentadora Rosa María Mateo, de Antena 3: "Y ahora vamos a ver la imagen del día". Posteriormente observo, impresionado, a una conocida tonadillera de la mano del alcalde marbellí paseando juntos en el Rocío. Pero ahí no acaba todo, el público, casi de pie, ¡se vuelca en aplausos y ovaciones!
¿Dónde está el respeto a las familias, amigos e incluso participante...
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El pasado día 4 de junio, tras contemplar en un reportaje de al menos 20 minutos en televisión las imágenes tan impactantes (e incluso a veces tan impersonales) de la tragedia ocurrida en Chinchilla, escucho, de voz de la famosa presentadora Rosa María Mateo, de Antena 3: "Y ahora vamos a ver la imagen del día". Posteriormente observo, impresionado, a una conocida tonadillera de la mano del alcalde marbellí paseando juntos en el Rocío. Pero ahí no acaba todo, el público, casi de pie, ¡se vuelca en aplausos y ovaciones!
¿Dónde está el respeto a las familias, amigos e incluso participantes en las labores de rescate? Y, por supuesto, ¿cómo se puede aplaudir, en lugar de abuchear, "la imagen del día" cuando acabamos de percibir esa sensación de tristeza y dolor?
Recuerdo lo criticado que fue el Gobierno americano (que algo bueno tendrá que tener) cuando, tras el atentado del 11-S, no permitió emitir imágenes de estas características, es más, tenía alejados a una considerable distancia a los medios de comunicación. No se trata de coartar la tan defendida "libertad de expresión" o "derecho de información", tan sólo se pretende respetar a unas personas que no quieren ser presa de las cámaras o prefieren mantener su dolor en silencio. ¡Que no volvamos a cometer ese error!