Columna

No verdad

La guerra de anexión de Irak no ha conseguido erradicar el Mal, y en pocos días Chechenia, Arabia Saudí, Israel y Marruecos han escenificado diversas respuestas estratégicas del terrorismo kamikaze. La British Airways ha cortado los vuelos a y desde Kenia, porque se teme un puente aéreo terrorista lejos del alcance de los escasamente disuasorios misiles inteligentes norteamericanos. Esta vez nos ha tocado. Una de las explosiones provocadas en Casablanca se ha cebado en carnes españolas, y en pleno fregado electoral, el Gobierno ha rechazado inmediatamente cualquier posible relación con ...

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La guerra de anexión de Irak no ha conseguido erradicar el Mal, y en pocos días Chechenia, Arabia Saudí, Israel y Marruecos han escenificado diversas respuestas estratégicas del terrorismo kamikaze. La British Airways ha cortado los vuelos a y desde Kenia, porque se teme un puente aéreo terrorista lejos del alcance de los escasamente disuasorios misiles inteligentes norteamericanos. Esta vez nos ha tocado. Una de las explosiones provocadas en Casablanca se ha cebado en carnes españolas, y en pleno fregado electoral, el Gobierno ha rechazado inmediatamente cualquier posible relación con la complicidad Aznar y Bush para la conquista de Irak. Estamos ante una no verdad de la misma naturaleza que la total resolución de la contaminación de las costas gallegas a pesar de las artimañas del voluntariado antigubernamental o la conjura de los socavones socialistas para impedir el trazado del tren de alta velocidad Madrid-Zaragoza o la imprescindible invasión del islote Perejil como demostración de que España sigue siendo una unidad de destino en lo universal.

Es una no verdad difícil de tragar. A no ser que se explique el atentado antiespañol de Casablanca dentro de la lógica de agravios y desacuerdos entre Marruecos y España, tan astutamente estimulados por Madrid y Rabat al más alto nivel político. Puestos a dar explicaciones bilaterales, siempre nos queda la esencial consideración de que el atentado es una respuesta fundamentalista, tardía, pero explicable, a la conquista de Granada por parte de los Reyes Católicos. Pero Irak y Casablanca marcan la distancia más corta entre dos agresiones relacionables, a pesar de que la miserable guerra de Bush no ocupe el lugar merecido en el debate electoral presente en España, temerosos los socialistas de que, vueltos al poder, se vieran implicados en alguna cruzada por razón de Estado.

Aunque el Gobierno inscriba el atentado de Casablanca en el contencioso no resuelto por la Reconquista, lo cierto es que adquiere más ambición histórica y se incluye en las consecuencias del asalto a la razón de aquella guerra fallida: no acabó con Sadam, no encontró armas de destrucción masiva y regaló al terrorismo islámico la coartada del terrorismo del Eje Atlántico.

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