Columna

Por libre

Un lector te pregunta si escribes lo que quieres. Te gustaría decir que sí, pero no es del todo cierto. En España se ha vuelto complicado decir lo que se piensa. En este ambiente de déficit democrático siempre te persigue el temor a ser malinterpretado. Los políticos han conseguido convertir las causas justas en elementos arrojadizos y viscosos que ensucian al contrario y les dejan libres de todo pecado. No dudo de que haya en esas batallas la defensa sincera de ideas, pero atufan a un ansia desesperada de poder. Los ciudadanos deberíamos negarnos a ser atrapados por su insensata ambición; sob...

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Un lector te pregunta si escribes lo que quieres. Te gustaría decir que sí, pero no es del todo cierto. En España se ha vuelto complicado decir lo que se piensa. En este ambiente de déficit democrático siempre te persigue el temor a ser malinterpretado. Los políticos han conseguido convertir las causas justas en elementos arrojadizos y viscosos que ensucian al contrario y les dejan libres de todo pecado. No dudo de que haya en esas batallas la defensa sincera de ideas, pero atufan a un ansia desesperada de poder. Los ciudadanos deberíamos negarnos a ser atrapados por su insensata ambición; sobre todo los artistas, los intelectuales, las gentes del espectáculo con las que a los políticos les gusta adornarse en las fotos. Los primeros se sienten halagados y los segundos legitimados. Y uno siente, más que nunca, que debe librarse de ese abrazo no porque rehúyas el compromiso, sino porque, dado como está el patio, hay que expresar la ideología por libre, sin siglas. Es lamentable que el presidente se apropie la reivindicación de una Cuba libre; injusto que unos manifestantes, que legítimamente piden el fin del castrismo, abucheen a gente como Fernando Trueba que días antes, por cierto, pedía firmas para contestar a las declaraciones del aparato intelectual de Castro; innecesario que los socialistas se vean en la obligación, tras condenar las ejecuciones, de nombrar el bloqueo, da la sensación de que hay siempre latiendo una sombra de justificación; y mejor no hablar de la actitud de Izquierda Unida, que sigue pensando que hay víctimas de primera y víctimas de segunda y prefiere no ir a manifestaciones que califica como "sospechosas". Hay que negarse a que la causa cubana acabe siendo patrimonio de la derecha, como acabó en Estados Unidos; en parte, porque a los exiliados progresistas la izquierda les negó el pan y la sal. Decía el pobre Reynaldo Arenas en sus años neoyorquinos: "La diferencia entre comunismo y capitalismo es que el comunismo te da por culo y te tienes que callar, y el capitalismo te da por culo pero puedes gritar". Murió más pobre que las ratas, sin el apoyo de esa derecha de Miami con la que nunca se identificó y proscrito por la izquierda europea que lo consideró un traidor. Peligros de la independencia.

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