Editorial:

Hotel Palestina

La ocultación y la mentira son la continuación de la guerra por otros medios. En 21 días de guerra han caído en Irak 11 periodistas (más dos desaparecidos), cifra que dobla ya la de la guerra del Golfo. Esas muertes se han producido en las más diversas circunstancias, bajo fuego iraquí o norteamericano. Quienes han presentado esta guerra como la de la civilización contra la barbarie están obligados a esclarecer las causadas por sus tropas; en particular, a explicar por qué un tanque disparó contra el hotel en que se hospedaba la mayoría de los corresponsales extranjeros, matando a dos, uno de ...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

La ocultación y la mentira son la continuación de la guerra por otros medios. En 21 días de guerra han caído en Irak 11 periodistas (más dos desaparecidos), cifra que dobla ya la de la guerra del Golfo. Esas muertes se han producido en las más diversas circunstancias, bajo fuego iraquí o norteamericano. Quienes han presentado esta guerra como la de la civilización contra la barbarie están obligados a esclarecer las causadas por sus tropas; en particular, a explicar por qué un tanque disparó contra el hotel en que se hospedaba la mayoría de los corresponsales extranjeros, matando a dos, uno de ellos español.

Esta circunstancia obliga al Gobierno español a exigir responsabilidades, sin limitarse a convalidar las explicaciones del mando militar estadounidense. De entrada, porque ya han sido desautorizadas por los testimonios coincidentes de los otros periodistas presentes en el lugar: nadie disparaba desde el hotel; pero aunque hubiera habido un francotirador, eso no justifica responder lanzando un proyectil contra las habitaciones. El segundo argumento, que el edificio había sido declarado objetivo militar, no sólo es inverosímil (nadie parece haber sido informado de tal cosa), sino bárbaro: ¿bastaría declarar objetivo militar a un hospital para lavarse las manos de las consecuencias de bombardearlo? Lejos de aceptar tan absurdas explicaciones, el ministro Trillo está obligado a exigir a las autoridades norteamericanas una investigación independiente, sin conformarse con la versión que dé el Pentágono.

La hipótesis de una orden expresa de disparar contra los periodistas no es verosímil ni se corresponde con la credibilidad que merece el alto mando militar de un país respetuoso con la libertad de información. Pero el hecho de que el mismo día se bombardeasen las oficinas en Bagdad de Al Yazira y de otra cadena árabe impide considerar lo ocurrido como un simple error humano individual.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

La Federación Internacional de Periodistas ha hablado de "crímenes de guerra", invocando la Convención de Ginebra, en cuyos Protocolos Adicionales -no suscritos por EE UU-se incluye una mención específica a la protección de la vida y el trabajo de los periodistas en el frente. Estos 21 días de guerra ilustran por qué: no sólo por tratarse de civiles desarmados, sino de testigos imprescindibles para evitar la banalización de la guerra y la ocultación de sus efectos más terribles, que ninguna estadística podrá nunca reflejar. De ahí la vieja desconfianza de los guerreros hacia los cronistas, y de ahí también los intentos contemporáneos de condicionar el trabajo de los periodistas.

En la primera guerra de Irak, en 1991, apenas hubo imágenes reales: algunas fueron falsificadas por motivos propagandísticos, y otras sustituidas por destellos fosforescentes. El acceso a imágenes reales del horror incide en el centro del debate sobre la legitimidad de esta guerra, sobre la proporción entre el mal que se pretendía evitar y los sufrimientos ocasionados. Por eso fue bombardeada Al Yazira y por eso alguien se atrevió a mentir sobre lo ocurrido el martes en el hotel Palestina.

Archivado En