DOBLE HOMICIDIO EN EL HOSPITAL

"Gritaba. Sólo gritaba"

El médico Adolfo Gracia estaba en los quirófanos cercanos a la unidad 43, donde el jueves Noelia de Mingo Nieto, una reumatóloga de 31 años, mató a cuchilladas a una compañera y a una paciente e hirió a otras seis personas, dos de ellas de gravedad.

Corrió hacia la zona de la que venían los gritos y la confusión. En su camino encontró, dentro de una sala destinada a poner escayolas, a una enfermera que custodiaba a una persona que yacía tumbada en una camilla. Todavía no sabía que esta última había segado con un cuchillo de cocina la vida de dos personas. "La había visto varias veces en...

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El médico Adolfo Gracia estaba en los quirófanos cercanos a la unidad 43, donde el jueves Noelia de Mingo Nieto, una reumatóloga de 31 años, mató a cuchilladas a una compañera y a una paciente e hirió a otras seis personas, dos de ellas de gravedad.

Corrió hacia la zona de la que venían los gritos y la confusión. En su camino encontró, dentro de una sala destinada a poner escayolas, a una enfermera que custodiaba a una persona que yacía tumbada en una camilla. Todavía no sabía que esta última había segado con un cuchillo de cocina la vida de dos personas. "La había visto varias veces en el comedor. Sabía perfectamente quién era, pero no la reconocí", afirma Gracia. Simplemente pensó que se trataba de alguien que había sufrido un shock después de asistir a la escena de película de terror que dejó la unidad 43 y los pasillos aledaños teñidos de sangre por todas partes. Preguntó a la enfermera y ésta le contestó que se trataba de la agresora.

"Gritaba. Solamente gritaba. Estaba tumbada boca arriba con los brazos abiertos en cruz. Vi su nombre escrito en la bata blanca pero estaba convencido de que no era ella. Pensé que otra persona le había arrebatado la bata y se la había puesto. Ella no era ella", relata el facultativo. "No se movía, simplemente estaba allí, tumbada, chillando, sólo gritaba. No sufría espasmos, ni articulaba palabra", continúa narrando Gracia.

Entonces sólo pensó en tranquilizarla, en devolverle un poco de paz a esa mujer que sufría traspuesta sobre la camilla. Así que le inyectó midazolán (un potente ansiolítico parecido al válium) por vía intravenosa. "Llegaron entonces dos policías y preguntaron si podían esposarla. Yo les contesté que no hasta que llegara un psiquiatra que se ocupara de ella", recuerda Gracia. Sólo cuando se calmó, cuando dejó de gritar, el médico supo que realmente Noelia era Noelia. "La misma morenita, bajita y gordita" que conocía. La misma que "seguía tratamiento psiquiátrico en el hospital La Paz". Era realmente la dueña de la bata con su nombre. Una médica.

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