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Caída libre

El descenso a los infiernos del Real Madrid lleva camino de acaparar casi todo el protagonismo en esta fase de la competición. Cierto que ocurren otras muchas cosas: Pamesa y Barça disputan un fiero cara a cara por el liderato, donde igual tendremos que esperar a su enfrentamiento directo en la última jornada para solucionarlo. Hay un montón de equipos comprimidos en mitad de la tabla que aspiran a meterse en la fase final. Da gusto ver el protagonismo creciente de algunos jóvenes, la solidez de alternativas como Estudiantes, la atractiva apuesta del estilo de juego del Auna canario. To...

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El descenso a los infiernos del Real Madrid lleva camino de acaparar casi todo el protagonismo en esta fase de la competición. Cierto que ocurren otras muchas cosas: Pamesa y Barça disputan un fiero cara a cara por el liderato, donde igual tendremos que esperar a su enfrentamiento directo en la última jornada para solucionarlo. Hay un montón de equipos comprimidos en mitad de la tabla que aspiran a meterse en la fase final. Da gusto ver el protagonismo creciente de algunos jóvenes, la solidez de alternativas como Estudiantes, la atractiva apuesta del estilo de juego del Auna canario. Todo esto podría ser foco de atención y motivo de análisis si no estuviésemos asistiendo a una caída libre del equipo blanco. Su desmoronamiento anímico es formidable y viendo las caras que lucieron jugadores y técnicos en el partido del sábado ante Estudiantes, nadie parece capaz de cambiar la dinámica autodestructiva. Por si fuera poco y como ocurre casi siempre, se ha abierto la caja de los truenos y el equipo vive en mitad de un diluvio de descalificaciones técnicas y personales, oyendo un día sí y otro también que para el futuro sobran casi todos, que son una banda, que forman el peor Madrid de la historia y cosas por el estilo. El cariño hacia los jugadores, la paciencia con los errores, la confianza en Imbroda o la esperanza en una solución próxima se están esfumando a marchas forzadas. En medio del huracán, todos dan muestras de estar superados por los acontecimientos. Los jugadores no pueden con sus propias limitaciones (que en buena parte no son achacables a ellos), agravadas con el tremendo peso histórico de la sección. Imbroda sucumbe con un equipo elegido (a toda prisa) por él y al que seis meses después no ha podido dotar de ninguna de las señas de identidad que consiguió en sus anteriores experiencias y que fue lo que le llevó al banquillo madridista. Las altas instancias del club intentan trasladar a la opinión pública un compromiso de interés sobre la sección pero el día a día no trae sino malas noticias y el futuro parece tan lejano que se teme por daños irreparables de aquí al momento en que se puedan tomar medidas. Se vive en un ambiente de futuro despreciando un presente que anuncia retos a los que debe acudir el Madrid con lo que tiene, y lo único que se observa son las toallas que han empezado a volar desde las esquinas anunciando el abandono con tres meses de antelación. Pero se quiera o no la temporada no ha terminado y si se sigue actuando como si así fuera, el fondo del pozo puede llegar mucho más abajo que perder por 25 puntos ante el Estudiantes.

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