Columna

Mensaje de inquietud

Pocos espectáculos resultan tan chocantes como la comparación entre la mediocridad del crecimiento económico español de los últimos trimestres y el entusiasmo del Gobierno en aferrarse a la fórmula "crecemos más que la media europea". ¿Y cómo no iba a crecer más la economía española si, por ejemplo, se beneficia de unos tipos de interés fijados por el BCE para favorecer la recuperación de la economía alemana y de una política presupuestaria expansiva, sobre todo si se cuentan las inversiones desaparecidas de las cuentas públicas? En esas circunstancias, que el PIB crezca en el conjunto ...

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Pocos espectáculos resultan tan chocantes como la comparación entre la mediocridad del crecimiento económico español de los últimos trimestres y el entusiasmo del Gobierno en aferrarse a la fórmula "crecemos más que la media europea". ¿Y cómo no iba a crecer más la economía española si, por ejemplo, se beneficia de unos tipos de interés fijados por el BCE para favorecer la recuperación de la economía alemana y de una política presupuestaria expansiva, sobre todo si se cuentan las inversiones desaparecidas de las cuentas públicas? En esas circunstancias, que el PIB crezca en el conjunto del año el 2% parece más bien un pobrísimo resultado antes que el logro absoluto que se pretende vender desde Moncloa.

La construcción, aunque con empuje decreciente, y el consumo público sostuvieron el crecimiento económico el año pasado

El análisis en serio de los componentes del crecimiento durante el año 2002 incita a la inquietud, aunque siempre en el sobreentendido de que los apocalipsis no son frecuentes, y los de una economía nacional, menos todavía. Los motivos para la zozobra no se agotan fácilmente, pero sí puede hacerse un modesto resumen.

- Aunque se ha pasado púdicamente por alto en los análisis oficiales, conviene recordar que el deflactor del PIB de la economía española durante el año pasado fue el 4,8%. Eso significa que estamos sufriendo de una inflación incendiaria y que gracias a los precios de importación el IPC se mantiene por debajo del 4%. Otro argumento más para denunciar la mediocridad del crecimiento español es la comparación relativa con Alemania, cuya economía se estancó el año pasado, pero con un deflactor del PIB del 0,9%. Aunque la comparación no deba hacerse, poca duda cabe de que con el 4,8% de combustible inflacionista alimentando las calderas, el crecimiento alemán hubiera rebasado cumplidamente el 2%.

- La evolución trimestral del ejercicio 2002 confirma que la economía española va a peor. En tasa intertrimestral desestacionalizada, el crecimiento fue 0,5% en el primer trimestre, 0,5% en el segundo, 0,8% en el tercero y 0,3% en el cuarto. Claro que existe una versión optimista y es que el 0,3% del cuarto trimestre de 2002 mejora el 0,1% contabilizado en el cuarto trimestre de 2001; pero también se puede contraargumentar que precisamente por ese pésimo resultado del cuarto trimestre del año 2001 es por lo que la comparación interanual resulta favorable, se puede exhibir un crecimiento del 2%.

- La controversia estadística no se agota ahí. La tasa de crecimiento reconocida oficialmente durante el tercer trimestre (0,8% en términos desestacionalizados) equivale a suponer que durante ese periodo la economía estaba creciendo al 3,2% de ritmo anual. Bien, pues muy pocos creyeron semejante tasa de crecimiento. Sobre todo cuando se comprobó que ni el consumo ni la inversión ni el comercio exterior sostenían tales alegrías en el indicador. Tan sólo los stocks, una medición aleatoria como pocas.

- ¿Y cuál es el mensaje que transmiten los componentes del PIB en el cuarto trimestre? Pues poco alentador. La inversión en bienes de equipo sigue cayendo respecto al trimestre anterior (nada menos que el 3% en términos desestacionalizados), aunque cuando se eleva a tasa anual se recupera por el efecto estadístico mencionado y registra un aumento del 1,4%. La construcción se fatiga (sólo el 0,5% de crecimiento trimestral), a pesar de lo cual es uno de los pocos pilares que sostienen el crecimiento del PIB. Las exportaciones mantienen una evolución lánguida y todo lo que se puede decir es que su aportación al crecimiento económico sigue siendo negativa, pero menos.

- La sorpresa es que, después de todos los dicursos sobre la excelencia del sector privado, el déficit cero y la sociedad civil, es el consumo público el principal sostén del crecimiento en el cuarto trimestre. Nada menos que con un crecimiento del 4,6% en tasa interanual y del 1,2% en términos intertrimestrales desestacionalizados. Los economomistas han recibido con cierta sorna esta irresistible ascensión del consumo de las AA PP; y no sin razón, bien se explique por un maquillaje estadístico en el último minuto para aproximar el PIB a la tasa de crecimiento deseada por el Gobierno, bien se trate de la apuesta electoral del Gobierno. Que sea para bien... aunque es poco probable.

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