Análisis:LAS 'PRIMARIAS' DEL PP

Cuando se cruzan los cables

Aznar pasó una semana pegado al teléfono de la guerra. Y los tres candidatos, al de las quejas

Tras regresar de Crawford (Tejas), el presidente del Gobierno recibió el domingo 23 a la agencia Efe y, por la tarde, a varios ministros del Gabinete en el palacio de La Moncloa. La manifestación en Madrid contra el Gobierno por sus actuaciones en la gestión de la catástrofe del Prestige flotaba en el ambiente. Alguien dijo que, habida cuenta del número de gente que había salido a las calles de Madrid el sábado 15 contra la guerra, tampoco la manifestación de ese domingo era para tanto. Había pueblo, sí. Pero mucho menos. Y, sobre todo, mucha menos gente se había manifestado contra el G...

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Tras regresar de Crawford (Tejas), el presidente del Gobierno recibió el domingo 23 a la agencia Efe y, por la tarde, a varios ministros del Gabinete en el palacio de La Moncloa. La manifestación en Madrid contra el Gobierno por sus actuaciones en la gestión de la catástrofe del Prestige flotaba en el ambiente. Alguien dijo que, habida cuenta del número de gente que había salido a las calles de Madrid el sábado 15 contra la guerra, tampoco la manifestación de ese domingo era para tanto. Había pueblo, sí. Pero mucho menos. Y, sobre todo, mucha menos gente se había manifestado contra el Gobierno -chapapote- que contra la guerra.

En La Moncloa, la tarde del domingo 23, Aznar informó sobre su viaje a México y a Estados Unidos, más precisamente, al rancho del presidente George W. Bush. Fuentes solventes dicen que Aznar enfatizó tres cosas. Una, se necesita un Partido Popular unido para una situación difícil. Dos, hay que lanzar el mensaje de que España hace todo lo que hace para mantener al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas en el centro de la decisión, que es la forma de trabajar por la paz. Y, tres, la destitución de Sadam Husein es, para utilizar una expresión cara a Bush, sólo la punta del iceberg de una nueva política para Oriente Próximo.

Frente al Aznar en guerra, los candidatos tratan, sin apartarse de su jefe, de ser menos dramáticos

Aznar ha adquirido el hábito de trabajar como Bush. Muy pocos, si cabe decir alguno, conocía de antemano su estrategia de hacer de caballo de Troya de Bush en la Unión Europea, al promover, hace ahora tres semanas, una carta con otros siete líderes europeos. Tampoco explicó a sus más próximos lo que pensaba hacer en el rancho de Crawford. Su protagonismo, por tanto, sorprendió hasta a los más altos dirigentes del PP.

Hay una diferencia entre el funcionamiento de ambos Gobiernos, el de España y el de Estados Unidos. El Gobierno español es un órgano colegiado y su expresión es la reunión semanal del Consejo de Ministros. En Estados Unidos, hay un gabinete, pero éste no se reúne en pleno. El presidente mantiene encuentros bilaterales con sus secretarios de Estado. Eso es todo.

Al día siguiente de conocer el informe de Aznar, los ministros de primera clase más otros dirigentes del PP volvieron a reunirse en La Moncloa. El presidente del Gobierno, dijeron fuentes informadas, insistió en la necesidad de mantener la unidad del partido, ya que sus gestiones diplomáticas serían muy intensas a lo largo de la semana y no sería fácil evitar las críticas. Llamó a todos a defender su política como la única posible y les urgió a mantener un perfil alto en los medios de comunicación para disputar al PSOE el monopolio de la paz. Aznar dijo que era necesario hacer una verdadera campaña de explicación a los ciudadanos. El broche de oro sería la imagen que se aprestaba a dejar que se fotografiara en Roma, durante su visita al papa Juan Pablo II.

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Al día siguiente, el ex secretario de Estado y actual presidente del Consejo Superior de Cámaras de Comercio, José Manuel Fernández Norniella, un hombre cuya amistad con el vicepresidente segundo y ministro de Economía, Rodrigo Rato, no es ningún secreto, expresaba en un artículo publicado por Abc sus diferencias con la orientación monolítica de Aznar en el tema de Irak.

"Mientras estén en marcha las negociaciones y haya una posibilidad, por remota que sea, de salvar resoluciones y acuerdos sujetos a posibles correcciones internas, hay que apostar por la contención", decía. ¡Vade retro! Precisamente, el pasado viernes, en Madrid, junto al primer ministro británico, Tony Blair, el presidente del Gobierno español torpedeaba cualquier "posibilidad, por remota que sea", que diría Fernández Norniella, al desestimar la aceptación de destruir los misiles Al Samoud por parte de Sadam Husein como una muestra de que las inspecciones y la presión sobre el régimen iraquí están dando resultados. Si para Bush eso no representa nada, para Aznar tampoco.

Las amistades pueden costar caro en los momentos difíciles. Al día siguiente, miércoles 26, en un acto realizado en Las Arenas, en Getxo (Vizcaya), instó a "mantener la máxima firmeza para que el régimen de Sadam Husein cumpla con las resoluciones de la ONU".

Un día más tarde, Rato volvía sobre el tema, en unas declaraciones a Onda Cero, donde intentaba mitigar las críticas al belicismo del Gobierno.

-Naciones Unidas debe adoptar las decisiones. Por eso, a veces hay que mandar mensajes y tener posiciones firmes para evitar que haya conflictos y guerras.

El problema de los candidatos a la sucesión es mantener alguna distancia estética respecto a Aznar. Frente al Aznar en guerra, tratan, sin apartarse de su jefe, de ser menos dramáticos y enfatizar el papel de la ONU y del Consejo de Seguridad.

Es posible que el PP logre mantener la disciplina de sus diputados -la junta directiva nacional se reúne mañana, lunes, para infundir fuerza- el próximo martes, cuando se vote en secreto la resolución contra el Gobierno que propone la oposición. Los ministros y vicepresidentes podrán arropar en masa, como lo hicieron el pasado jueves en el Hotel Palace con la candidata Esperanza Aguirre.

Pero hay dirigentes del PP que ya reconocen una cosa: será difícil contener la marea de un país en el que se han cruzado los cables. Y el deterioro de la economía europea y española, pese a lo que declara Eduardo Zaplana, todavía está por pasar sus peores facturas.

José María Aznar y Tony Blair, el viernes en La Moncloa.ULY MARTÍN

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