Reportaje:Montserrat Soto | ARCO 2003

"El espacio expositivo es la antesala de la imagen"

Puertas, ventanas, muros, vallas. Paisajes que se abren de forma repentina en un espacio cerrado. Nunca hay nadie, sólo un horizonte al que dirigirse. Las imágenes de espacios o paisajes de Montserrat Soto (Barcelona, 1961) tienen una apariencia fría, distante, pero en cambio parecen vivas, reales. Piden a gritos que alguien las habite. "Considero el espacio expositivo como la antesala tanto de las imágenes como de los vídeos", afirma la artista. "Me gusta poner al espectador en la situación de estar allí a través de recursos como el trompe l'oeil o el gran tamaño de las imágenes...

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Puertas, ventanas, muros, vallas. Paisajes que se abren de forma repentina en un espacio cerrado. Nunca hay nadie, sólo un horizonte al que dirigirse. Las imágenes de espacios o paisajes de Montserrat Soto (Barcelona, 1961) tienen una apariencia fría, distante, pero en cambio parecen vivas, reales. Piden a gritos que alguien las habite. "Considero el espacio expositivo como la antesala tanto de las imágenes como de los vídeos", afirma la artista. "Me gusta poner al espectador en la situación de estar allí a través de recursos como el trompe l'oeil o el gran tamaño de las imágenes. Me interesa que tenga la sensación conceptual de que puede estar ahí y por eso en mis imágenes suelo utilizar marcos de ventanas o puertas que refuerzan esta visión. Por eso no hay nadie en las fotografías, porque si aparece un personaje ya marca una distancia y lo que busco es que cada espectador pueda reconocerse y recorrer mentalmente la imagen desde el principio al fin. Es un recurso que he trabajado mucho y que potencio. Ante la mayoría de imágenes eres un espectador que mira, pero la imagen te echa fuera. Yo pretendo lo contrario".

El espectador entra o no en el juego en función de su estado de ánimo, de sus recuerdos, de sus impresiones. En la instalación Sin nombre que presentó en 1996 en la sala Montcada de Barcelona -y que ahora se exhibe en la nueva presentación de la colección de la Fundación la Caixa en Caixaforum-, las reacciones eran muy variadas. Es una estructura de madera en cuyo interior hay fotografías a tamaño natural de puertas casi similares en un pasillo interminable. A unos les provocaba claustrofobia y agobio, a otros sensación de libertad. "Es la predisposición de la memoria lo que te lleva a sentirte atraído por algo o a rechazarlo", señala.

Montserrat Soto, cuya trayectoria en los últimos diez años la ha consolidado como uno de los nombres imprescindibles del arte español actual, trabaja en dos líneas paralelas. Por una parte, en lo que denomina "espacios de arte", un proyecto iniciado en 1994 y que consta de diferentes series que tienen como hilo conductor el analizar los espacios relacionados con el mundo del arte, desde las reservas de los museos hasta las casas de los coleccionistas pasando por un amplio proyecto que documenta archivos de todo tipo. El otro, que denomina "paisajes" es, afirma, "un tipo de trabajo relacionado con los viajes que tiene un carácter más emocional que intelectual". También consta de varias series en las que parece enfrentarse al paisaje -sean ruinas, bosques, minas abandonadas, desiertos o mares- buscando su visión más desolada y estremecedora. Las fotografías que presenta en el stand de Babelia en Arco pertenecen, precisamente, a los paisajes. Son seis imágenes de la serie de invernaderos, integrada por 18 fotografías, realizadas en 200 invernaderos de Almería y Fuerteventura.

"Este proyecto nació de una invitación de la directora de cine Chus Gutiérrez, que estaba rodando allí la película Poniente", explica Soto. "Me invitó, junto a otros artistas, a colaborar en el libro que se publicó después con el guión de la película, una de las mejores que se han hecho en España últimamente, y yo cogí el momento en que rodaban en los invernaderos de Almería. Fue una suerte porque esto me permitió circular por allí libremente, sin vigilancia".

Le interesó, explica, mostrar cómo estos grandes invernaderos constituyen casi pequeñas ciudades, ya que generalmente los trabajadores, en muchas ocasiones emigrantes, viven también allí. "Es una especie de ciudad extraña, alejada. Está entre los pueblos, como un mundo aparte, y el conjunto parece un gran mar de plástico infinito. Hay mucha gente trabajando y viviendo, pero no se ve nunca a nadie. Y hay cosas muy curiosas como las distintas generaciones de invernaderos que existen. En mis fotografías no se ve, pero en la película sí que aparecen viejos invernaderos familiares a la antigua junto a los de última generación en los que prácticamente no hay tierra, los tomates salen directamente de una especie de bolsas y todo está controlado por ordenador o por teléfono móvil. Es todo muy increíble. Y aquí cerca".

Además de estas imágenes

, Montserrat Soto estará presente en Arco en la galería Luis Adelantado y en la galería Helga de Alvear, su actual representante. En esta última expondrá en marzo su nuevo trabajo, una videoinstalación titulada El viento y el miedo. "Tratará del miedo dentro de la naturaleza, de cómo la naturaleza puede provocar situaciones extremas mostradas a través del sonido y la imagen", explica. Soto ha trabajado más el campo de la imagen fija, pero en los últimos años también se ha dedicado a la videoinstalación tal como pudo verse en el Project Room que presentó en 1998 en Arco o en 2002 en la exposición colectiva Parque humano del Palau de la Virreina de Barcelona. "No parto del medio, sino que primero planteo qué quiero hacer o decir y a partir de aquí miro cuál es el medio más ajustado", señala. "El servirse del vídeo o de la fotografía depende de lo que quieres expresar. Por ejemplo, para mostrar el miedo es importante el sonido. Entre que tengo una idea y la realizó pasa tiempo, pero aún tardo más en decidir cómo la presento".

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