Tribuna:COYUNTURA INTERNACIONAL

¿Hay vida en 2003?

Una década de estancamiento en Japón, dos años en Alemania y una irregular salida de un periodo recesivo de la economía estadounidense, tras haber protagonizado en los noventa la expansión más intensa de las últimas décadas, es un lastre lo suficientemente pesado como para aventurar, ¿quién lo iba a decir hace sólo tres años, cuando se postulaba la extinción del ciclo económico?, un escenario poco gratificante para 2003. Es verdad que el consenso de previsiones de organismos internacionales e instituciones privadas anuncia una fotografía económica algo mejor que la de 2002, pero no lo es menos...

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Una década de estancamiento en Japón, dos años en Alemania y una irregular salida de un periodo recesivo de la economía estadounidense, tras haber protagonizado en los noventa la expansión más intensa de las últimas décadas, es un lastre lo suficientemente pesado como para aventurar, ¿quién lo iba a decir hace sólo tres años, cuando se postulaba la extinción del ciclo económico?, un escenario poco gratificante para 2003. Es verdad que el consenso de previsiones de organismos internacionales e instituciones privadas anuncia una fotografía económica algo mejor que la de 2002, pero no lo es menos que parecen hacerlas con aire temeroso y, por supuesto, rebajando sustancialmente sus anteriores pronósticos.

Tal vez tengamos que esperar algún tiempo más para que, al menos desde la vertiente económica, la vida sea mejor

No sólo está resentida la economía real, si se quiere con cierta asimetría geográfica y sectorial. Como es bien conocido, el derrumbe que han experimentado el mercado de crédito y los mercados bursátiles desde marzo de 2000 no tiene excesivo parangón en la historia financiera. El default ya poco noticioso de compañías de primera línea, el deterioro general de la calidad crediticia y la reducción generalizada del valor de las compañías que cotizan en los mercados bursátiles, en media más de un 50% en este periodo, es expresivo de una crisis financiera que indudablemente está y seguirá teniendo efectos perniciosos para la recuperación económica a corto plazo en el comportamiento de empresas y familias. Sobre todo, cuando nunca antes habían definido tan reducida tasa de ahorro y tal grado de endeudamiento, al tiempo que tan elevado peso de su riqueza financiera vinculado al valor de las acciones.

El consecuente deterioro de la confianza empresarial y de los consumidores, que han de purgar todavía excesos del pasado; la extensión de la incertidumbre, que se acrecentará en primera instancia con el más que probable desenlace bélico de la crisis iraquí, y el encarecimiento de los precios de la energía proyectan una alargada sombra que probablemente cubra este ejercicio. Año en el que, por cierto, el margen de maniobra de las políticas presupuestarias y monetarias será ya, en general, extremadamente reducido.

Desde luego, habrá vida en 2003, pero tal vez tengamos que esperar algún tiempo más para que, al menos desde la vertiente económica, esa vida sea mejor.

Daniel Manzano y Raquel Vázquez son socio y analista, respectivamente, de Analistas Financieros Internacionales.

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