Fausto otra vez
Es curiosa la fijación que tiene el último cine español con el personaje de Fausto y su demoniaca experiencia: nada menos que tres versiones recientes, Fausto 5.0, La buena vida, y ahora este Cosa de brujas, se centran en el intercambio de favores entre un personaje que ansía obtener algo y un mediador infernal que se lo proporciona, a cambio de otra cosa: el alma, la soledad, la vida. Los más bien discretos Mefistófeles de esta función son dos magos ancianos, y el beneficiario que cambia el alma, un Pepe Sancho aquejado de muchos males: los celos y los cuernos, entre ello...
Es curiosa la fijación que tiene el último cine español con el personaje de Fausto y su demoniaca experiencia: nada menos que tres versiones recientes, Fausto 5.0, La buena vida, y ahora este Cosa de brujas, se centran en el intercambio de favores entre un personaje que ansía obtener algo y un mediador infernal que se lo proporciona, a cambio de otra cosa: el alma, la soledad, la vida. Los más bien discretos Mefistófeles de esta función son dos magos ancianos, y el beneficiario que cambia el alma, un Pepe Sancho aquejado de muchos males: los celos y los cuernos, entre ellos.
Amor, dinero, utilización sexual, inocencia y muerte se dan aquí la mano en un cóctel que José Miguel Juárez, en su tercer largometraje, intenta conducir por senderos poco trillados. Es loable su intención y la del guión, pero el invento hace agua.
COSA DE BRUJAS
Director: José Miguel Juárez. Intérpretes: Pepe Sancho, Manuela Arcuri, Antonio Hortelano, Alberto San Juan, Pilar Bardem, Jorge Sanz. Género: fantástico. España, 2002. Duración: 102 minutos.
Ni peripecia para contentar a espectadores de hachazo y tentetieso, ni honda reflexión sobre el albedrío y el destino, que se queda en una ilustración más que superficial, la película intenta buscar su lugar al sol de este inflacionado enero de estrenos hispanos con algo de imaginación y bastante infortunio. La ayuda a ratos el oficio de Sancho y Bardem, el magnetismo de la Arcuri, el necesario despiste de Hortelano; y nada más.