Vitoria acoge una selección de cincuenta obras del Museo de la Habana

Zuloaga y Sorolla, principales atractivos de la muestra 'Entre el realismo y las vanguardias'

Cae la nieve en Vitoria. Pero no en toda la ciudad. En un lugar privilegiado, la sala de la Caja Vital, se respira la calidez del sol. Desde ayer, el local de la capital alavesa estrecha lazos con el Caribe, con la presentación de la exposición Entre el realismo y las vanguardias, una muestra de obras de pintores españoles del Museo Nacional de La Habana, prestigiosa institución que cumple este año su 90º aniversario. En la muestra se recoge, en medio centenar de obras, la creación entre los siglos XIX y XX, con especial atención a Sorolla y Zuloaga.

El Museo Nacional de La Haban...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Cae la nieve en Vitoria. Pero no en toda la ciudad. En un lugar privilegiado, la sala de la Caja Vital, se respira la calidez del sol. Desde ayer, el local de la capital alavesa estrecha lazos con el Caribe, con la presentación de la exposición Entre el realismo y las vanguardias, una muestra de obras de pintores españoles del Museo Nacional de La Habana, prestigiosa institución que cumple este año su 90º aniversario. En la muestra se recoge, en medio centenar de obras, la creación entre los siglos XIX y XX, con especial atención a Sorolla y Zuloaga.

El Museo Nacional de La Habana es una de las pinacotecas más completas e interesantes de América. En sus fondos (más de 45.000 obras) se puede seguir el rastro creador desde la antigüedad europea y americana hasta la última vanguardia cubana. Ayer se presentó en la capital alavesa una mínima parte de este patrimonio, el que recorre ese periodo incierto que va del fin de las escuelas oficiales a los inicios de las vanguardias. La exposición estará en la sala de la Caja Vital (Postas, 13) hasta el próximo 19 de febrero.

Son 50 pinturas que reflejan el intercambio fluido de artistas y coleccionistas entre Cuba y España en unos años nada fáciles, los inmediatamente posteriores a la independencia de la isla. Así y todo, perdida la vinculación territorial y política, se mantuvieron las relaciones entre las gentes de los dos países, incluidos los artistas y los coleccionistas.

La exposición presta especial interés a dos pintores imprescindibles en el panorama de aquellos años: Ignacio Zuloaga y Joaquín Sorolla. El primero, con 14 óleos, ocupa la zona noble de la sala de exposiciones, una deferencia hacia un artista clave en la Generación del 98, que bebió de los creadores parisinos de fines del XIX.

Zuloaga, activo participante en lo que ocurría en la España del cambio de siglo, destaca por sus retratos, sobre todo de familiares, aunque no falta uno del pintor Pablo Uranga. Estos retratos le permitieron "afrontar con una gran crudeza más que un estudio psicológico de los modelos, la realidad social e histórica que afloraba a través de ellos", en palabras de Manuel Crespo, conservador del Museo de La Habana y comisario de la exposición.

En el otro extremo estilístico se podría situar la referencia imprescindible de la luminosidad del valenciano Joaquín Sorolla. La exposición de Vitoria recoge ocho óleos de quien hizo universal la luz de las playas del Mediterráneo, como bien refleja Niña en la playa, el óleo que se ha colocado en un lugar preferente dentro de la sala. Es un cuadro mediano, estudio previo de alguna gran obra como Sol de la tarde o Verano, esenciales para reflejar las virtudes del pintor valenciano.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Escuela catalana

Pero no todo fueron Sorolla y Zuloaga en aquel intenso cambio de siglo, y así lo recoge la colección del Museo de La Habana. Fueron años de auge de tendencias varias, como el Modernismo, de gran eco en Cataluña, con Santiago Rusiñol al frente. En la exposición se exhiben tres obras de este imprescindible del paisajismo finisecular. Ahí están Adelfas en los jardines de Aranjuez, de clara vinculación simbolista, o Escalinata en el jardín, donde el pintor acude a un esquema compositivo simétrico, mientras que en Almendros en flor en Mallorca se respira la fugacidad de ese momento único de la primavera.

Dentro de la escuela catalana, el Museo cubano también cuenta con obras de Anglada Camarasa, uno de los principales baluartes de la inspiración parisina en Cataluña, capaz de ir desde la mirada bucólica de Paisaje con niña con un botijo a la sofisticación de La valenciana de las rosas o el misterioso Paisaje del bosque.

La pintura andaluza de este periodo se caracteriza por su apego a la tradición, donde el realismo se constituye en un factor básico. El sevillano Gonzalo Bilbao y el malagueño José Moreno Carbonero son las dos referencias de este escuela que mantuvo un vínculo con el tipismo más castizo.

Este apego al casticismo es, de todos modos, inseparable de la pintura regional del momento, como bien muestran los de la escuela valenciana, como Francisco Pons, Víctor Moya o Manuel Benedito. El contraste entre la radical vinculación de las obras a la tierra y el folclore del pintor y la ubicación habitual de la colección (en La Habana) le dan sin duda un punto más de interés a la exposición.

Archivado En