OPINIÓN DEL LECTOR

¿Chapuza o negocio?

Desde que se hicieron obras en la calle del Mar de Valencia en el verano de 1997, es ya la cuarta vez, si no la quinta, que se colocan nuevos bolardos. Al margen de la dudosa imagen estética que se deriva de la combinación de los tres tipos diferentes que se han elegido para colocarlos sin orden ni concierto, la duda que surge es cuánto tiempo van a durar los instalados la semana pasada, dada su más que demostrada mala calidad para cumplir su cometido. Porque menos de siete días después ya hay, al menos, dos (uno frente al número 10 y otro en la esquina de la calle de Ruiz de Lihory) con los ...

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Desde que se hicieron obras en la calle del Mar de Valencia en el verano de 1997, es ya la cuarta vez, si no la quinta, que se colocan nuevos bolardos. Al margen de la dudosa imagen estética que se deriva de la combinación de los tres tipos diferentes que se han elegido para colocarlos sin orden ni concierto, la duda que surge es cuánto tiempo van a durar los instalados la semana pasada, dada su más que demostrada mala calidad para cumplir su cometido. Porque menos de siete días después ya hay, al menos, dos (uno frente al número 10 y otro en la esquina de la calle de Ruiz de Lihory) con los tornillos de sujeción sueltos. ¿Es pura desidia de los responsables de su control de calidad o alguien está obteniendo beneficios extraordinarios con unos elementos urbanos que duran menos que un caramelo a la puerta de un colegio?

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