OPINIÓN DEL LECTOR

¿Derecho de quién?

¿Está maduro emocionalmente un niño/a menor de tres años para separarse de su vínculo afectivo durante largas horas y escolarizarse? ¿Es su momento de maduración para dar ese salto? ¿Se despide con tranquilidad y seguridad de la figura materna (o persona sustituta) o, por el contrario, llora desconsoladamente, asustado o desconcertado ante una separación no elegida y frente a tantos nuevos amiguitos en un espacio también nuevo y con una nueva andereño? Estas son algunas de las prioritarias reflexiones que deberíamos hacernos cuando se defiende el término de 'derecho a la e...

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¿Está maduro emocionalmente un niño/a menor de tres años para separarse de su vínculo afectivo durante largas horas y escolarizarse? ¿Es su momento de maduración para dar ese salto? ¿Se despide con tranquilidad y seguridad de la figura materna (o persona sustituta) o, por el contrario, llora desconsoladamente, asustado o desconcertado ante una separación no elegida y frente a tantos nuevos amiguitos en un espacio también nuevo y con una nueva andereño? Estas son algunas de las prioritarias reflexiones que deberíamos hacernos cuando se defiende el término de 'derecho a la escolarización' en bebés, niños y niñas de 0 a 3 años ¿Derecho de quién?

La mayoría, con chupetes y pañales, se enfrentan a una situación extraña, de intenso estres, traducido en explosiones de llanto, desconsuelo y desesperación, cuando no apatía y resignación. Quien dude de esta afirmación, que se tome la molestia de acudir al inicio de la escolarización a observar cuál es el estado emocional de los peques en los centros escolares donde no existe período de adaptación-integración prolongado.

Quien lo dude, que pregunte a sus niños si quieren volver al día siguiente. Que pregunte al profesorado cómo vive las demandas de tantos brazos reclamando su atención. Que pregunten a los padres y madres, que les dejan y salen deprisa para no oír su llamada desesperada. ¿Culpables? Nadie. No se trata de culpabilizar, sino de reflexionar y poner medios para que nadie salga perjudicado. Los primeros que tienen derecho a no sufrir son los más vulnerables: bebés, niños y niñas. Los segundos que tienen derecho son las madres y padres, que sin base formativa suficiente creen que es lo mejor para sus pequeños. Porque es el derecho a trabajar y la ausencia de reconocimiento social de la maternidad/paternidad la que ha hecho incompatible maternidad/paternidad y trabajo. Los terceros que tienen derecho son los profesores y profesoras, que se ven impotentes ante aulas de 18-24 criaturas demandantes.

¿Soluciones? Adecuemos las leyes protegiendo a la infancia y reconociendo la maternidad/paternidad como una función social, fundamental para el futuro de la sociedad. Frente a la progresiva institucionalización de la crianza, hay estudios realizados en otros países que demuestran que valorar y reconocer la función temporal de la crianza (primeros años de vida) en vez de crear guarderías para todos no sólo es más económico para el Estado (cada criatura cuesta entre 4.800 y 7.200 euros), sino más saludable para el desarrollo global del pequeño, De esa forma, preservaremos la salud social del adulto del mañana.

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