Columna

Mañana

'Los ecuatorianos somos invisibles', decía el otro día en Babelia el novelista Javier Vásconez. Mañana empieza el nuevo juicio de Melva, una ecuatoriana a la que nadie se molestó en mirar. Melva es aquella muchacha que fue procesada el año pasado por el homicidio de su hijo recién nacido. El jurado apenas se tomó media hora para reflexionar y la condenó a 17 años y seis meses, una pena demoledora que raramente se impone, por ejemplo, a los violadores o incluso a los asesinos de sus mujeres. No tuvieron en cuenta que Melva no tenía papeles, que había ocultado su estado para no perder su...

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'Los ecuatorianos somos invisibles', decía el otro día en Babelia el novelista Javier Vásconez. Mañana empieza el nuevo juicio de Melva, una ecuatoriana a la que nadie se molestó en mirar. Melva es aquella muchacha que fue procesada el año pasado por el homicidio de su hijo recién nacido. El jurado apenas se tomó media hora para reflexionar y la condenó a 17 años y seis meses, una pena demoledora que raramente se impone, por ejemplo, a los violadores o incluso a los asesinos de sus mujeres. No tuvieron en cuenta que Melva no tenía papeles, que había ocultado su estado para no perder su trabajo de asistenta, que carecía de dinero, que estaba sola en Madrid, que por no saber ni siquiera sabía que podía haber ido a un hospital, que el embarazo era producto de una violación, que parió como un perro entre los arbustos del parque del Retiro, una noche de frío y desamparo. Los jurados no tuvieron en cuenta nada de esto porque probablemente no la miraron.

Una apelación consiguió que se anulara el juicio, aunque no se logró que Melva saliera de la cárcel mientras esperaba la nueva vista. Lleva año y medio en prisión y mañana se enfrentará otra vez a su destino. La causa durará de miércoles a viernes; como en España no estamos acostumbrados al jurado y carecemos de tradición en estas lides, el entorno de Melva teme que, al acabar en viernes, los jurados vuelvan a deliberar a toda prisa para poder marcharse a sus casas el fin de semana. Porque está demostrado que, cuando se tarda poco en decidir, los veredictos suelen ser inculpatorios. Resulta patético, pero es posible que la vida de una persona dependa de si su juicio termina en lunes o en viernes. Por no hablar del creciente prejuicio contra los inmigrantes, y sobre todo de ese blando desdén, de ese descuido inconsciente que hace que no nos detengamos a mirarles. ¡Y además mujer, y además juzgada por un delito 'de mujer'! Doblemente invisible.

La asociación ecuatoriana Rumiñahui está recogiendo firmas de apoyo en Internet (http://www.ruminahui.org). ¿Volverán a machacar a Melva con una ridícula, frívola deliberación de media hora? No estoy pidiendo para ella un trato de favor: tan sólo pido verdadero interés, deseos de entender y sentido de la justicia.

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