Tribuna:DEBATE

Los dinamiteros abren el baratillo

Michael Tracey, uno de los grandes analistas anglosajones de la televisión ha escrito que si dejamos perecer las televisiones públicas, pereceremos con ellas. Tracey -autor de The Ceremony of Innocence: Public Broadcasting and the Modern World-, y su colega de la Universidad de Colorado, William Rowland, dedicaron dos años a estudiar in situ algunas de las más importantes televisiones públicas del mundo. Al término de esa peregrinación de combatientes armaron su discurso en torno a dos cuestiones centrales:cómo hacer una televisión publica nacional si - como algunos anunci...

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Michael Tracey, uno de los grandes analistas anglosajones de la televisión ha escrito que si dejamos perecer las televisiones públicas, pereceremos con ellas. Tracey -autor de The Ceremony of Innocence: Public Broadcasting and the Modern World-, y su colega de la Universidad de Colorado, William Rowland, dedicaron dos años a estudiar in situ algunas de las más importantes televisiones públicas del mundo. Al término de esa peregrinación de combatientes armaron su discurso en torno a dos cuestiones centrales:cómo hacer una televisión publica nacional si - como algunos anuncian- el estado-nación debe desaparecer. En segundo lugar, qué tipo de sociedad futura queremos construir, puesto que la comunicación (audiovisual) no es un ente abstracto, susceptible de ser aislado de su contexto social. Consideración nada reciente: Ya en los años veinte el sociólogo y universitario norteamericano Robert E.Park, defendía que 'la sociedad existe y se mantiene gracias a la comunicación'

Zaplana ha endeudado TVV y la ha convertido en un sumidero de la manipulación y un abrevadero del servilismo

Del mismo modo que Reagan fue el heredero triunfante de la derrota de Barry Goldwater en 1964 y Margaret Thatcher recogió la humillación en 1974 de Edward Heath, Aznar y Zaplana son dos de los hijos actuales de afamados dinamiteros anglosajones. Frutos mentales de aquel estúpido de Milton Friedman que, junto a sus walkirias de la escuela de Chicago defendían -y arguyen- que no hay contradicciones estructurales en el capitalismo; que la ponzoña la produce el virus del colectivismo y el sector público. Estos macdonalizadores de la sociedad -uso aquí el término acuñado por George Ritzer- que nos gobiernan actualmente y que usan todo su empeño en acabar con el 'orden antiguo'. Y en el terreno mediático, audiovisual, con 'la televisión antigua'. Quieren arrasar con conceptos tan necesarios como el bien público, el interés colectivo, la comunidad, la ciudadanía, la necesidad de gobernar en bien de todos.

Paleo-conservadores como Aznar y Zaplana llegaron al poder con la vampírica idea de que nada antes de ellos merecía la pena de ser conservado y mejorado. Dinamiteros políticos y sociales, se dedicaron a lo suyo, sin ni un ápice de ética colectiva o social. Su ethos agresivamente antisocial y antisocialista alcanza niveles patológicos. Sentarse en la misma mesa que un liberal, un democristiano o un conservador belga u holandes, por ejemplo, no confiere ipso facto algunos de los arraigados aspectos de defensa de lo público, característicos en los políticos de algunos países de la vieja Europa Central. Resulta chirriante ver juntos -en cualquier reunión del Partido Popular Europeo- a José María Aznar y a Wilfried Martens, el ex primer ministro belga; compañero europeísta de Leo Tindemans o heredero de Paul-Henry Spaak.

Martens, Tindemans y Spaak: cómplices como mínimo en la necesidad de un consenso sobre la naturaleza de la comunidad de ciudadanos y en la imprescindible solidaridad entre todos sus miembros, son de matriz muy distinta a Aznar y Zaplana. Tomando como referencia la observación hecha por George Will: 'un país bien gobernado rodea al ciudadano de un rico tejido de relaciones (derechos, deberes, privilegios, costumbres, educación) que refuerzan lo mejor del individuo y temperan lo peor', cabe concluir que Aznar y Zaplana han sido y son malos gobernantes.

En el País Valenciano el gobierno Zaplana ha potenciado el exterminio de lo público. Dónde fabrican a estos políticos que no saben que los ciudadanos han de ser informados y educados en la verdad para desarrollar su sentimiento de coherencia y de solidaridad? Una sociedad plenamente democrática necesita una televisión pública que multiplique la calidad de vida, la estabilidad social, el respeto a la diferencia. Una televisión pública, que como afirma Tracey, contribuya a luchar contra la división, la degradación, la dominación de los más débiles por los más poderosos.

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Zaplana no solo ha convertido Televisión Valenciana en una televisión antisocial, en un utensilio de promoción personal, en un sumidero de la manipulación informativa, en un abrevadero del servilismo político y periodístico. Le ha conferido el dudoso honor de ser una de las televisiones públicas europeas que más se han endeudado en menor tiempo. Ahora ha abierto el baratillo a los amigos de expolio. ¿Cómo es posible que los mismos dinamiteros de la televisión pública valenciana, incluido algún que otro pandillero amigo personal del futuro ex ministro de Trabajo, ultimen ahora el reparto de los despojos, babeantes buitres de la privatizacion de la gestion del Ente?

Dos últimas reflexiones: puede ser legal que una empresa privada acuda al reparto de TVV, pero somos muchos los que pensamos que -a la luz de los desmanes perpetrados en esa empresa los últimos años- no sea ético. No es lo mismo comprar una casa en una subasta porque su propietario simplemente quiere venderla, que adquirir a bajo precio la vivienda familiar de un trabajador del metal flexibilizado por su empresa y que ya no puede pagar la hipoteca. Y en segundo lugar: aquellos dirigentes del PP que afirman que privatizar televisiones públicas es un debate actual en los estados de la Unión Europea, mienten como bellacos. Estos tipos piensan que sus propias proyecciones imaginarias configuran la realidad. Disculpen la cita, pero ya lo dijo Sartre: 'Como puede uno elegir, razonas falsamente'

Josep López es periodista de Canal 9

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