Reportaje:INTERNACIONAL

La Bolsa noquea a la banca de inversión

Las mayores firmas de inversión contabilizan ya 32.000 despidos y se anuncian muchos más

La economía productiva de Estados Unidos anda últimamente renqueante, con tasas de crecimiento insuficientes para disipar las dudas de los inversores sobre el futuro de los mercados a corto y medio plazo. Esta incertidumbre tiene groggy a la economía especulativa asentada en Wall Street, con el corolario de drásticos recortes de plantilla en los agentes que mueven el sistema: los bancos de inversiones.

En apenas dos años, más de 32.000 personas han perdido sus puestos de trabajo en sociedades financieras tan laureadas como Merrill Lynch, Morgan Stanley, Goldman Sachs o Bea...

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La economía productiva de Estados Unidos anda últimamente renqueante, con tasas de crecimiento insuficientes para disipar las dudas de los inversores sobre el futuro de los mercados a corto y medio plazo. Esta incertidumbre tiene groggy a la economía especulativa asentada en Wall Street, con el corolario de drásticos recortes de plantilla en los agentes que mueven el sistema: los bancos de inversiones.

La burbuja financiera, que inflaron en los noventa con estrategias de jaleamiento y corrupción, les ha estallado en las narices
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En apenas dos años, más de 32.000 personas han perdido sus puestos de trabajo en sociedades financieras tan laureadas como Merrill Lynch, Morgan Stanley, Goldman Sachs o Bear Stearns. Y los recortes van a seguir, con Lehman Brothers, la única de los grandes que hasta ahora había evitado la poda, en primera línea de fuego. 'Las compañías están ya haciéndose a la idea de que sus plantillas no están en sintonía con el negocio potencial y la caída del mercado puede ser el catalizador', escribía recientemente un analista de Salomon Smith Barney.

'La actividad del negocio va a seguir siendo baja hasta que se produzca una mejora en las condiciones económicas y una mayor confianza entre los inversores y las empresas', comentó Henry Paulson, el consejero delegado de Goldman al presentar los resultados del tercer trimestre, que no presentaron variación sustancial en sus cifras totales con respecto al mismo periodo del año anterior, pero que cayeron de 1.100 millones a 652 en la división de banca de negocios. Goldman ya ha recortado este año su plantilla total en un 9%, hasta dejarla en 20.647 personas, con la correspondiente cuota en la sección de negocios. La tendencia va a seguir y los alrededor de mil bancarios que trabajan en esta división podrían ser 200 menos en cuestión de semanas.

Vacas flacas

El volumen de negociación en los mercados y actividades como la salida a Bolsa de nuevas sociedades han caído del orden del 25% en lo que va de año como resultado de un ambiente gélido para los negocios, en el que la consigna en las corporaciones es la de recortar gastos y aplazar indefinidamente los planes de expansión. En consecuencia, entidades como los bancos de negocios, especializados en fusiones, adquisiciones (30% menos de facturación en la primar mitad del año en Estados Unidos) y apadrinamiento financiero de compañías de nueva planta reflejan esa depresión en sus cuentas de resultados y en sus plantillas.

Stephen Crawford, director financiero de Morgan Stanley, se confesaba incapaz de predecir el futuro tras dar cuenta de los resultados del tercer trimestre, por debajo de lo esperado. 'Está claro que no pensábamos que fuera a resultar así', decía. 'Todos creíamos que la segunda mitad del año iba a ser mejor que la primera, pero las cosas han cambiado'. Morgan Stanley, que hace un año contaba con 62.392 trabajadores, cerró septiembre con menos de 57.800.

Las bajas se extienden por todo el sector, en cada firma con una etiqueta singular. A Merril Lynch, el mayor broker de Estados Unidos, le corresponde el mayor recorte absoluto y relativo, con 17.400 trabajadores menos desde finales de 2000, el 25% de la plantilla. Bear Stearns, sólo ha recortado el 7,1%, en línea con Morgan Stanley, pero sus 749 despidos son los mayores en la historia de la compañía. Lehman era el único de los grandes que había conseguido hasta ahora eludir la guadaña, pero los analistas creen que pronto dejará de serlo.

Los resultados netos del tercer trimestre de Lehman quedaron en 194 millones frente a los 309 de hace un año, en perfecto reflejo 'de las extremadamente difíciles circunstancias a que se enfrenta nuestro sector', en palabras de su consejero delegado, Richard Fuld. Las cotas récord de degradación de deuda, el creciente número de impagados y la caída de las bolsas en todas las latitudes han creado una situación que de prolongarse costará el empleo a entre el 5% y el 10% de la plantilla de Lehman, entre 600 y 1.200 trabajadores, con un efecto aún por determinar entre sus 1.900 bancarios de negocios.

Los bancos de negocios pagan así el estallido de la burbuja financiera a la que contribuyeron en no poca medida en los eufóricos noventa con estrategias de jaleamiento y corrupción que ahora miran con lupa la justicia, el Congreso y la Comisión del Mercado de Valores (SEC) de Estados Unidos, pesquisas que pueden acabar con los viejos modos de actuar. El fiscal de Nueva York, Eliot Spitzer, dejó en evidencia en abril a Merrill Lynch, cuyos analistas ponderaban en público lo que despreciaban en privado para atraer a los desprevenidos inversores. A cambio de esas recomendaciones, el banco conseguía negocio de las empresas beneficiadas. El caso Merrill se cerró en mayo, con el abono de una multa de 100 millones y el compromiso del banco de no vincular en el futuro las retribuciones de los analistas al negocio que pudieran atraer al banco.

Spitzer ya adelantó entonces que tenía en el punto de mira a otros bancos y esta semana ha disparado una segunda salva, ahora en torno a Salomon Smith Barney, la división de banco de negocios de Citigroup. El fiscal ha demandado a cinco directivos de cuatro empresas tecnológicas -entre ellos Bernard Ebbers, de la quebrada WorldCom, y Philip Anschutz y Joseph Nacchio, de Qwest- por beneficiarse de modo presuntamente fraudulento de las actividades de Salomon. En total, Spitzer exige a los cinco la devolución de 1.500 millones de dólares (1.400 de ellos correspondientes sólo a Philip Anschutz, ex presidente de Qwest) logrados con la venta de títulos de sus propias empresas además de otros 28 millones obtenidos por la graciosa concesión de acciones de firmas que salían a Bolsa por primera vez en los momentos álgidos de la burbuja especulativa en torno a las nuevas tecnologías.

Citigroup y Spitzer llevan meses tratando de pactar un acuerdo semejante al de Merrill, por lo que el fiscal no agregó a Salomon al paquete de los imputados, pero al revelar el funcionamiento del mecanismo, mediante la publicación de correos electrónicos internos, la labor del banco quedó al descubierto. Los analistas de Salomon jaleaban a las WorldCom, Qwest y compañía, que en agradecimiento por los elogios hacían sus negocios con el banco, que en atención a esta deferencia concedían a los máximos directivos de estas sociedades acciones de empresas nuevas que se había encargado se sacar a unos mercados que enloquecían por ellas Era un cambalache del que todos los participantes sacaban nutrida tajada: los analistas por tener su retribución vinculada al negocio que traían al banco; el banco por contar con ese mismo negocio con sus correspondientes nutridas comisiones, y los directivos de las empresas en cuestión porque con las recomendaciones de compra de los analistas a los inversores veían subir el valor de sus acciones, beneficios que redondeaban con la venta de los nuevos títulos que se disparaban al salir a Bolsa.

Sobornos y oscurantismo

'Es el más amplio y frontal ataque que demuestra que estas transacciones eran en realidad sobornos comerciales: acciones muy demandadas a cambio de negocio', a juicio de John Coffe, profesor de derecho mercantil de la Universidad de Columbia, consultado esta semana por distintos medios. A pesar de todo, el jurista cree que será difícil establecer una relación causal entre las distintas transacciones, presentadas como Spitzer como 'un enriquecimiento injusto que violaba las obligaciones legales de transparencia. Los accionistas desinformados, mientras, perdieron millones de dólares al hundirse los valores de las compañías de los acusados'. Jack Grubman, el analista estrella de Salomon, ya despedido, mantuvo firme la recomendación de comprar WorldCom hasta poco antes de que la compañía suspendiera pagos en el pasado mes de julio.

Vísperas de cambios regulatorios de calado

Citigroup no ha querido comentar las alegaciones en su defensa, amparándose en las negociaciones en marcha con Spitzer. 'Estamos trabajando intensamente para resolver las cuestiones sobre antiguas prácticas y para realizar amplias reformas', señaló en un comunicado. El banco ha ofrecido al fiscal separar las actividades de los analistas y los bancarios, pero quiere hacerlo al tiempo que los demás. En eso le apoya el Credit Suisse First Boston (CSFB), otro banco de negocios del que se investiga su sistema para privilegiar a los favoritos, conocidos como Los Amigos de Frank en atención al nombre de analista tecnológico Frank Quattrone.

Spitzer dice que sus investigaciones siguen abiertas y parece dispuesto a llegar a acuerdos banco a banco. Mientras, el Congreso descubre que Goldman Sachs también condecía trato de favor a destacados clientes. Las inevitables reformas exigidas por Spitzer, unidas a las que puedan imponer la morosa SEC y el aún más lento Congreso presagian cambios de calado en el que, hasta el estallido de la burbuja, era el privilegiado mundo de la banca de negocios.

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