Reportaje:

Un invento español para la bici

Rotor idea un aparato que reduce el esfuerzo en el pedaleo

A Pablo Carrasco le costaba mucho subir en bicicleta la cuesta que le llevaba a casa de su novia, en su ciudad natal, Málaga. Y no porque sus piernas no respondieran, aclara, sino porque su bici se lo impedía. Carrasco, que estudió Ingeniería Aeronáutica, empezó a pensar en la manera de eliminar los llamados puntos muertos del pedaleo en una bicicleta, es decir, el problema que se origina cuando los dos pedales están en posición vertical y ninguna de las piernas puede transmitir potencia, lo que limita el rendimiento y origina lesiones.

Cuando Carrasco creyó encontrar la manera d...

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A Pablo Carrasco le costaba mucho subir en bicicleta la cuesta que le llevaba a casa de su novia, en su ciudad natal, Málaga. Y no porque sus piernas no respondieran, aclara, sino porque su bici se lo impedía. Carrasco, que estudió Ingeniería Aeronáutica, empezó a pensar en la manera de eliminar los llamados puntos muertos del pedaleo en una bicicleta, es decir, el problema que se origina cuando los dos pedales están en posición vertical y ninguna de las piernas puede transmitir potencia, lo que limita el rendimiento y origina lesiones.

Cuando Carrasco creyó encontrar la manera de solucionar mecánicamente este problema, convenció a su amigo Ignacio Estellés, abogado de formación, para que se uniera al proyecto de crear uno de los escasos inventos que se han realizado sobre un aparato centenario, la bicicleta. 'En el ciclismo hay innovación sobre la forma o los materiales de los componentes, pero no se inventan nuevos componentes', explica Estellés.

La Unión Ciclista Internacional (UCI) ha homologado el Rotor, que ya utilizan corredores en la Vuelta a España
La compañía asegura que el producto elimina los 'puntos muertos' del pedaleo, incrementando el rendimiento y limitando las lesiones

En 1996, y con una inversión inicial de un 1,5 millones de pesetas, Carrasco y Estellés crean Rotor Componentes Tecnológicos y se lanzan a producir el rotor propiamente dicho. El aparato, a grandes rasgos, independiza las bielas, lo que evita los puntos muertos porque los pedales nunca coinciden en vertical. 'A igualdad de esfuerzo, corres más y te cansas menos', resume Estellés.

Diseñar, fabricar y vender el producto ha sido mucho más complicado. Carrasco y Estellés partían de cero, así que invirtieron cuatro años de trabajo en estudios sobre la influencia de su invento en el rendimiento del ciclista y la prueba de varios prototipos. Y es que el rotor es 'muy complejo', explica Carrasco. Técnicamente, está formado por cinco piezas básicas y otra decena de piezas menores que son montadas a mano en una fábrica cerca de Torrejón (Madrid).

La compañía vendió 1.025 unidades de rotores en España el año pasado, y asegura poseer un 60% de cuota de mercado del segmento de componentes de gama alta para bicicletas (bielas y platos), dominado por multinacionales japonesas o estadounidenses. Pero su objetivo es el mundo. Los fundadores explican que la buena impresión que ha causado el producto en las ferias internacionales indica a la compañía que debe dar el salto internacional.

Se trata, explican, de conseguir distribuidores en los principales países consumidores de bicicletas -Estados Unidos, Japón, Alemania, Francia o Países Ba-jos- e invertir en marketing y en acciones comerciales en ferias y competiciones. Para conseguirlo, Rotor busca inversores que acudan a una ampliación de capital de unos dos millones de euros, que cerrará antes de final de año. La compañía está ahora participada al 41% por el fondo Capital Riesgo Madrid, que ha invertido 0,54 millones de euros de capital social de la compañía. Un 33% está en manos de los dos fundadores, y el resto se lo reparten pequeños accionistas. Rotor busca un socio industrial, 'con conocimiento y experiencia internacional', para instalar este invento español en las bicis de todo el mundo.

Pablo Carrasco (izquierda) e Ignacio Estellés, con su invento Rotor (detrás).CLAUDIO ÁLVAREZ

Tres minutos más por hora

Los fundadores de Rotor han realizado varias pruebas sobre el impacto de su invento en la salud en universidades como las de Valladolid, Ferrara y Zaragoza. Estos estudios, según explican, han probado que el producto consigue aumentar la potencia del pedaleo un 16% -lo que equivale a unos tres minutos por hora- y que reduce el esfuerzo cardiaco y las lesiones de rodilla. Pero a la compañía le costó mucho que la UCI, la federación internacional de ciclismo, aprobara el producto para su utilización profesional. El organismo se negó a homologarlo porque, decía, los primeros rotores estaban diseñados para cuadros especiales y no eran compatibles, por tanto, con todas las bicicletas. Carrasco empezó entonces a diseñar un producto que fuera adaptable a cualquier bici. Lo consiguió en enero de 2001, y éste es el rotor que ya utilizan varios profesionales, entre ellos el campeón del mundo paralímpico de ciclismo en pista, y varios corredores del equipo Relax-Fuenlabrada, que actualmente compite en la Vuelta a España. La compañía vende seis tipos de rotores, es decir, tiene tres gamas de productos, y cada una de ellas tiene su versión en bicicleta de montaña y de carrera, con precios que oscilan entre los 300 y los 721 euros. Rotor vende en tiendas especializadas, en los centros comerciales de El Corte Inglés, en la web (rotorbike.com) y, directamente, al fabricante BH, que ya ha comenzado a vender bicicletas con rotor instalado. La compañía facturó el año pasado 282.000 euros, una cifra que espera doblar este año.

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