EL DEBATE SOBRE EL ESTADO DE LA REGIÓN

Ruiz-Gallardón convierte el debate de la región en una loa a todo su mandato

El jefe del Ejecutivo regional da por terminada la legislatura los ocho meses de las elecciones

Con la voz quebrada por la emoción y un recuerdo de reconocimiento a su predecesor en el cargo, el socialista Joaquín Leguina, cerró ayer Alberto Ruiz-Gallardón su último discurso en un debate sobre el estado de la región. Fue el punto final a un monólogo de casi tres horas en el que el presidente madrileño, del PP, repasó sin pausa los 'éxitos' de sus siete años de Gobierno y omitió la más mínima autocrítica. La Comunidad de Madrid, según dijo, se ha 'modernizado', está 'rozando el ideal del pleno empleo' y se ha convertido por méritos propios en 'la capital del suroeste de Europa'.

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Con la voz quebrada por la emoción y un recuerdo de reconocimiento a su predecesor en el cargo, el socialista Joaquín Leguina, cerró ayer Alberto Ruiz-Gallardón su último discurso en un debate sobre el estado de la región. Fue el punto final a un monólogo de casi tres horas en el que el presidente madrileño, del PP, repasó sin pausa los 'éxitos' de sus siete años de Gobierno y omitió la más mínima autocrítica. La Comunidad de Madrid, según dijo, se ha 'modernizado', está 'rozando el ideal del pleno empleo' y se ha convertido por méritos propios en 'la capital del suroeste de Europa'.

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Alberto Ruiz-Gallardón, presidente del Ejecutivo madrileño desde 1995 y ahora candidato a alcalde de la capital para las elecciones del próximo mayo, se despedía ayer del Parlamento de Vallecas. Lo hizo con el discurso más largo que se le recuerda y sin darse respiro. Una catarata de cifras favorables a su gestión (que la oposición ha prometido contestar hoy con datos no tan halagüeños) y de referencias al 'liderazgo' y la 'excelencia' de la Comunidad le impidió incluso pararse para beber agua en las últimas dos horas. En la tribuna de invitados del hemiciclo, Esperanza Aguirre (PP), Rafael Simancas (PSOE) y Fausto Fernández (IU), que se disputarán su puesto en los comicios de 2003, escuchaban atentos.

'En 1995, los madrileños se sacudieron el desánimo reinante' y apostaron por un Gobierno, el del PP, que ha llevado a la región 'del pesimismo al liderazgo'. Así, pasadas las doce de la mañana, arrancó Ruiz-Gallardón, que ocupó las siguientes tres horas en desgranar siete años de 'radical transformación' centrada en la 'riqueza', el 'bienestar' y la 'cohesión social y territorial'.

Y, como principal objetivo 'cumplido', el desempleo: 'Ningún territorio de la Unión Europea ha hecho bajar el paro más que Madrid. Desde 1995, el desempleo ha disminuido en la región en un 13,1%, por encima del 9,9% de la media nacional, del 3,1% del conjunto de los Quince y del 2,5% de la zona euro', aseguró el presidente. La tasa de paro en Madrid 'se sitúa en el 6,7%, mientras que la nacional está en un 11,1%'.

Con estos datos, y ante los gestos de incredulidad en los bancos de PSOE e IU, Ruiz-Gallardón concluyó: 'Estamos rozando el ideal del pleno empleo' [fijado en el 5% de la población activa]. La oposición reprocharía más tarde al presidente, ya en los pasillos de la Asamblea, que no concediera ni una línea de su discurso a recordar que, pese a todo, hay todavía en Madrid miles de personas sin trabajo. En concreto, 167.000, según la Encuesta de Población Activa.

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Precariedad

Tampoco mencionó que el 80% de los nuevos contratos son precarios (aunque subrayó que la tasa global de temporalidad es un 40% más baja que la media nacional), y pasó por encima de la lacra de la siniestralidad laboral (que ha causado 61 muertes en centros de trabajo desde enero, un 13% más que en el mismo periodo de 2001) afirmando que el 'índice de incidencia' (número de accidentes por cada 100.000 empleados) desciende.

'Este Gobierno ha creado desde 1995 más de 629.000 puestos de trabajo, muy por encima de los 425.000 prometidos', continuó impasible Ruiz-Gallardón. La lista de bondades de la Comunidad -'la capital más barata de la UE después de Lisboa', 'la región con la mayor renta per cápita de España'- culminó con una estadística que provocó los aplausos, entre divertidos e irónicos, de los parlamentarios de PSOE e IU: 'Los madrileños tardan diez minutos menos en llegar al trabajo que los demás europeos que habitan en grandes ciudades', informó el presidente con solemnidad.

No llegó a atribuir el récord a la extensión de la red de metro realizada por su Ejecutivo -cuando acabe la legislatura habrá 231 kilómetros de metro, 'casi el doble que en 1995'-, aunque el guiño fue evidente para muchos diputados.

Política social

La política de 'cohesión social y territorial' centró otra buena parte del discurso. Respecto a la primera, Ruiz-Gallardón subrayó que su Gobierno dedica a política social '66 céntimos de cada euro', y enumeró, entre los logros del último año, la Ley de Rentas Mínimas (294 euros mensuales para personas sin recursos), la ley antibotellón y la gratuidad en los centros públicos para discapacitados.

La 'cohesión territorial' la ejemplificó en el Plan Prisma (600 millones de euros destinados a inversiones en municipios), en la construcción de parques temáticos y de ocio en el sur de la región, y, sobre todo, en la creación, aún en marcha, del metrosur, que articulará 'el tercer espacio urbano de España'. 'En la Comunidad de Madrid ya no hay centro y periferia. Hoy, cualquier madrileño es libre de elegir dónde residir y trabajar, porque sabe que optar por el sur, por la sierra o por el corredor del Henares ya no significa carecer de transporte, de ocio, de atención médica', sentenció Ruiz-Gallardón, mientras los diputados de la oposición se removían en sus escaños.

La entrada en servicio, el pasado marzo, de la carretera M-45, las obras de reconstrucción del incendiado Palacio de los Deportes y el impulso al Plan de Residuos Urbanos han sido, según el mandatario, otros hitos del último año. Un año en el que la Comunidad de Madrid recibió del Estado las competencias en Sanidad y Justicia, cuyo desarrollo aún debe gestionar Ruiz-Gallardón durante los próximos ocho meses.

Esperanza Aguirre saluda a Alberto Ruiz-Gallardón tras su discurso en presencia de Alberto, uno de los hijos del presidente. PLANO GENERAL - ESCENAMIGUEL GENER

Lágrimas del presidente

Fue inevitable. Seguramente. Fue cuando le llegó el momento de hablar del 'último minuto del último día' como presidente. Fue entonces. Iban casi tres horas de discurso. Alberto Ruiz-Gallardón se quedó sin palabras, se le quebró la voz y su mano buscó el auxilio del vaso de agua para ocultar su emoción. Y su mirada voló un instante hacia la tribuna donde le escuchaban su esposa, Mar Utrera, y sus hijos. Alguien juraría que el brillo le cubrió los ojos. Y fue entonces cuando los diputados del PP acudieron a arropar al presidente con la capa de los aplausos.

Fue entonces también cuando Inés Sabanés, portavoz de IU en el Ayuntamiento, rival de Ruiz-Gallardón en la candidatura a la alcaldía el próximo mayo, inició desde la tribuna de invitados un aplauso que dejó morir al ver que ningún diputado de la oposición la seguía.

No hubo en la bancada de la izquierda ni un intento de corresponder al gesto del presidente. Ni siquiera por cortesía parlamentaria. Los diputados de IU y del PSOE fueron incapaces de dar un poco de calor a quien hacía sólo unos segundos había nombrado con cariñoso respeto a Joaquín Leguina, su antecesor en el cargo, y a los portavoces socialistas y de IU con los que había compartido tantos años de política.

Lástima de ocasión perdida. Lo dijo Sabanés: 'Aplaudí la humanidad de su gesto'. Ella, que como invitada no podía mostrar sus emociones, rompió el reglamento y dio ayer una lección de elegancia. Lástima también que fuera precisamente ese momento el elegido por el alcalde, José María Álvarez del Manzano, y la presidenta del Senado, Esperanza Aguirre, para abandonar la tribuna. Desde luego, no fue el mejor momento. Cosas que pasan.

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