Crónica:VUELTA 2002 | Tercera etapa

El verdadero Supermario

Cipollini logra su primera victoria en la Vuelta al ganar el 'sprint' de Murcia

Ecce Mario, he ahí, ahí está, éste es el vero Cipollini, dicen, extasiados, los dos periodistas italianos que siguen la Vuelta. El verdadero Cipollini, el que se pasa la tarde-noche del domingo en el vestíbulo del hotel Odón, en Cocentaina, tumbado en dos sillas, estirado, viendo por la RAI el concurso de miss Italia, y no sólo porque sea experto en el tema (hace siete años renunció a la Vuelta para ser jurado de la prueba), sino también porque tenía intereses familiares, porque representando a Lucca (Toscana) participaba su sobrina Cristin, de 19 años, hija de su hermana. El ver...

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Ecce Mario, he ahí, ahí está, éste es el vero Cipollini, dicen, extasiados, los dos periodistas italianos que siguen la Vuelta. El verdadero Cipollini, el que se pasa la tarde-noche del domingo en el vestíbulo del hotel Odón, en Cocentaina, tumbado en dos sillas, estirado, viendo por la RAI el concurso de miss Italia, y no sólo porque sea experto en el tema (hace siete años renunció a la Vuelta para ser jurado de la prueba), sino también porque tenía intereses familiares, porque representando a Lucca (Toscana) participaba su sobrina Cristin, de 19 años, hija de su hermana. El verdadero Supermario, el que se come los ojos, e intenta pulpear sin éxito, con las manos, a la bella periodista que lo entrevista en la meta, bajo el inclemente sol murciano, achicharrante. El verdadero y único rey León, que se esconde con pudor bajo la maglia el rosario con la madonna que le dio la tía de su escudero Scirea y que cuelga de su cuello a modo de collar, el ciclista que se siente transcendente y que dice que no le hablen del Tour de Francia, que no le interesa y que en el mundo hay guerras, hay hambre, hay terrorismo y hay miserias, problemas más importantes que la no selección de su equipo para el Tour. El espectacular Cipollini, el de las mechas en la melena, el que abandonó la Vuelta del 94 al partirse la cabeza en el primer sprint; el que dejó, expulsado, la Vuelta de 2000, tras partirle la cara, de un puñetazo, a Paco Cerezo. Éste es Cipollini: el corredor que ya lleva 14 años de profesional, que ha ganado 40 etapas en el Giro, 12 en el Tour y la Milán-San Remo, el que al final, a los 35 años, por fin, ha ganado una etapa en la Vuelta.

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Lo hizo ayer, sin despeinarse, a su estilo, con el viento de espaldas, en una ancha avenida, donde no hay problemas de colocación, después de sólo tres horas de bicicleta, con todo un equipo a él dedicado, con dos potentes sprinters lanzándolo en los últimos 800 metros, con Lombardi dejándolo a 150 metros de la meta, con todos los rivales resoplando detrás, con Zabel, Freire, Petacchi, Teutenberg, Klemencic, Edo y compañía pegándose por colocarse. Así que Cipollini sufrió tanto como la víspera viendo a las bellezas italianas en bikini. Aceleró 100 metros, bólido lanzado, imponente masa de 1,90 metros y 80 kilos, y ni siquiera se esforzó en levantar los brazos, victorioso, para señalar la 188ª victoria de su carrera. 'La próxima vez levantaré los brazos', dijo. 'Hoy pensaba que me podían ganar al final'.

Así cualquiera, dice la gente. 'Así cualquiera', dijo Freire, que terminó cuarto. 'Tal como van los de su equipo, si en vez de ser Cipollini el líder es Lombardi, por ejemplo, también habría ganado'.

Cipollini, el vencedor de la etapa, junto a Beloki, el líder.EFE

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