Reportaje:

Los mil locales de la justicia

La dispersión de las sedes judiciales es un problema para ciudadanos y profesionales

En Madrid, poner un pleito o que te lo pongan es un lío. Y no sólo por la lógica fatiga que causa un litigio o por los endémicos retrasos de la justicia, sino también por el mareo añadido que supone acertar dónde se halla un determinado juzgado. En la capital hay 15 sedes judiciales distintas que albergan 226 juzgados. Y ello sin contar las retahíla de sedes, diferentes y distanciadas, que acogen a los órganos colegiados (los tribunales). La futura Ciudad de la Justicia, proyectada en Chamartín, pretende acabar con este embrollo. Pero hasta que nazca, a finales de 2007, faltan aún cinco años. ...

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En Madrid, poner un pleito o que te lo pongan es un lío. Y no sólo por la lógica fatiga que causa un litigio o por los endémicos retrasos de la justicia, sino también por el mareo añadido que supone acertar dónde se halla un determinado juzgado. En la capital hay 15 sedes judiciales distintas que albergan 226 juzgados. Y ello sin contar las retahíla de sedes, diferentes y distanciadas, que acogen a los órganos colegiados (los tribunales). La futura Ciudad de la Justicia, proyectada en Chamartín, pretende acabar con este embrollo. Pero hasta que nazca, a finales de 2007, faltan aún cinco años. Y la espera será dura; sobre todo para los miles de ciudadanos y profesionales que todos los años se ven envueltos en pleitos.

Ya no cabe hablar de la plaza de Castilla como lugar certero al que dirigirse para denunciar o recoger una demanda. Ahora hay juzgados por doquier: existen sedes en la calle de Hernani, en María de Molina, en Gran Vía, en la calle de Orense, en Fernández de la Hoz... Y ello sin contar las de los tribunales, también muy diseminadas.

La plaza de Castilla sigue albergando la mayoría de los juzgados unipersonales de la capital. Allí siguen los 46 juzgados de instrucción (los que investigan delitos), los 23 de lo penal (que juzgan casos con penas inferiores a cinco años), los de vigilancia penitenciaria y los de ejecutorias. La diseminación afecta especialmente a los juzgados de lo civil (que resuelven conflictos entre ciudadanos). La mayoría continúa en la plaza de Castilla, pero también los hay en María de Molina y en la calle de Orense. Tanta dispersión genera quebraderos de cabeza a ciudadanos y profesionales. Un ejemplo: una demanda debe presentarse en la plaza de Castilla, pero puede que su tramitación toque por reparto a un juzgado ubicado en la calle de María de Molina, o en la de Orense. Y es que, aunque el juzgado esté en otra parte, los servicios comunes a todos ellos se enclavan en la plaza de Castilla.

Los 27 juzgados de lo social (las antiguas magistraturas de trabajo) están en la calle de Hernani; y los 27 de lo Contencioso, en Gran Vía. Gran parte de las quejas de los usuarios contra la dispersión se la llevan los seis juzgados de menores. Pese a su reducido número, disponen de dos sedes: cuatro se hallan en la calle de Fernández de la Hoz y dos en Gran Vía.

Y si hablamos de tribunales (los órganos colegiados, los que tramitan los recursos frente a decisiones de los anteriores), el lío de sedes es todavía mayor. Hace 10 años, prácticamente todos los tribunales estaban en la zona de Las Salesas: la Sección Penal de la Audiencia Provincial, el Tribunal Supremo, el Superior de Madrid y la Audiencia Nacional. Hoy la cosa ha cambiado. En Las Salesas siguen el Supremo, el Superior de Madrid y la Audiencia Nacional, pero no la Audiencia Provincial, que en 10 años ha pasado por dos sedes diferentes, la de la calle de Cartagena y la actual de la calle de Santiago de Compostela.

Además, la Audiencia Provincial tiene ahora dos sedes distintas y distanciadas: la penal, situada en la calle de Santiago de Compostela, y la Civil, en la calle de Ferraz. Su presidente, Antonio García Paredes, se ve obligado a viajar de un sitio a otro para despachar los asuntos que surgen.

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Y lo peor es que la Sección Civil está, a su vez, desdoblada. Dos de sus secciones, las que llevan los recursos sobre divorcios y temas de familia, han tenido que acoplarse en las plantas que ocupan ahora las secciones penales (las de la calle de Santiago de Compostela), porque en Ferraz no había espacio. En Ferraz es donde se resuelven los recursos que salen de las tres sedes de los juzgados de lo civil.

Con el Tribunal Superior y con la Audiencia Nacional ocurre algo parecido. Sus sedes centrales están en Las Salesas, pero sus salas de lo social y de lo contencioso se hallan, respectivamente, en la calle de Martínez Campos y en la de Prim.

El objetivo de la Ciudad Judicial es, pues, acabar con todo este embrollo. Salvo el Supremo, que seguirá en Las Salesas, los demás órganos judiciales de Madrid, incluida la Audiencia Nacional, se trasladarán al solar de Chamartín sobre el que se levantará la Ciudad Judicial. Eso sí, faltan cinco años.

Un edificio para menores

Si se quieren evitar demoras innecesarias en la resolución de los pleitos, lo normal es que los fiscales trabajen en el mismo edificio que los jueces. La jefatura de la Fiscalía de Madrid está radicada en la sede de la sección penal de la Audiencia. Está ahí porque es donde se celebran los juicios que implican las mayores condenas. Lo anormal es lo que ocurre en la jurisdicción de menores. La fiscalía de menores tiene dos sedes: una en la calle del Bambú y otra en la de Martínez Campos. Igual sucede con los seis juzgados de menores, ubicados en dos sedes distintas y distanciadas. Ello genera, y lo han denunciado jueces y fiscales, constantes mareos para los menores detenidos. A esto se suma el que el Grume -grupo policial de menores- esté ubicado en el Puente de Vallecas. Un portavoz de Justicia anuncia que en breve habrá una única sede para toda la jurisdicción.

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