"ETA intentará boicotear las municipales"

Jaime Mayor Oreja (San Sebastián, 1951) ha sido uno de los principales defensores de la necesidad de arbitrar medios legales que permitan la ilegalización de Batasuna. Las circunstancias han hecho que no sea ahora un actor directo de ese proceso, ni desde el Gobierno ni desde el Congreso de los Diputados. No oculta, sin embargo, que como jefe de la oposición en el País Vasco sigue ejerciendo una gran influencia en el diseño de la política antiterrorista del Gobierno.

Jaime Mayor Oreja está convencido de que éste va a ser un año muy difícil en el País Vasco y que la campaña de las elecci...

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Jaime Mayor Oreja (San Sebastián, 1951) ha sido uno de los principales defensores de la necesidad de arbitrar medios legales que permitan la ilegalización de Batasuna. Las circunstancias han hecho que no sea ahora un actor directo de ese proceso, ni desde el Gobierno ni desde el Congreso de los Diputados. No oculta, sin embargo, que como jefe de la oposición en el País Vasco sigue ejerciendo una gran influencia en el diseño de la política antiterrorista del Gobierno.

Jaime Mayor Oreja está convencido de que éste va a ser un año muy difícil en el País Vasco y que la campaña de las elecciones municipales de primavera de 2003 marcará un momento de especial crudeza. Pero parece seguro de que la ilegalización de Batasuna, que instará el próximo lunes el pleno del Congreso de los Diputados, es un requisito para luchar contra ETA. En la playa gaditana donde pasa sus vacaciones desde hace años sigue con atención los últimos pasos.

'ETA y PNV no sólo se diferenciaban en la violencia, sino también en el valor de la ruptura'
'Lo que importa es acabar con ETA. No podemos equivocarnos en el diagnóstico'
'Tengo gran respeto por Nicolás Redondo, pero eso no impide que haga lo que haya que hacer con Patxi López y su equipo'
'Nadie puede decir lo que sucederá en un año, pero PP y PSOE queremos elecciones'
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Pregunta. ¿No es extraño que existan dos procesos simultáneos para ilegalizar Batasuna?

Respuesta. No, no lo es. Lo lógico, lo democrático cuando una organización hace del terror su instrumento, es que los jueces, con el Código Penal en la mano, y los partidos, el Parlamento y el Gobierno, con la Ley de Partidos en la mano, converjan en defensa de las libertades. El paso del juez Garzón me merece el mayor de los respetos.

P. ¿La ilegalización de Batasuna marcará un nueva etapa en el País Vasco?

R. Marcará una nueva etapa en España. Es como Ermua, que no marcó sólo un hito en el País Vasco, sino en toda España. La Ley de Partidos y la futura ilegalización de Batasuna van a marcar un hito en la manera de comprender y defender la democracia en España. Es atreverse a dar un paso que antes no habíamos sido capaces de dar, probablemente porque no había que haberlo dado antes.

P. ¿En algún momento pensó que Batasuna podía ayudar a dar una salida a ETA?

R. Creo que no lo han podido hacer nunca, por el poderío de ETA. En el nacionalismo vasco hay dos expresiones: una, el PNV, es la búsqueda de la nación vasca desde la ambigüedad, y otra, ETA, que es la búsqueda de la nación vasca por la ruptura y la fractura. Dentro del nacionalismo ha habido estas dos realidades. Todo lo demás son grupos alrededor de ambas. La realidad son ETA y PNV. EA es un apéndice del PNV, y Batasuna, un apéndice de ETA. Pero las dos maneras de buscar su objetivo político se llaman PNV y ETA.

P. Pero lo que importa es la manera de buscar ese objetivo, ¿no?

R. Claro. Por eso el error histórico del nacionalismo del PNV, en mi opinión, es que asume el contravalor de la ruptura, que ha sido el dato peculiar que diferenciaba a ETA del resto del nacionalismo. Lo que diferenciaba a ETA del PNV no sólo era la violencia, sino ese valor de la ruptura. Es lo que significa ETA cuando se separa de las juventudes del PNV, en 1959: la utilidad, la eficacia de la ruptura.

P. ¿Qué es lo que usted llama ruptura?

R. El contagio del miedo. Cuando no confías en tus propias convicciones necesitas dotarte de un instrumento diferente de los demás. ETA, desde el primer momento, decidió que no le bastaba defender sus ideas, había que asustar a los demás. La ruptura estaba vinculada al miedo. Y el PNV se ha contagiado del miedo de ETA.

P. ¿Cuándo se realiza ese cambio, según usted?

R. Cuando vio que en Ermua se producía un movimiento social que no controlaba. Porque vio que con la autonomía el nacionalismo se estancaba. En su ortodoxia estaba que la autonomía no es un fin, es un medio. Había que llevarlo a la práctica. Desde su estancamiento y frente a un movimiento social que no controlaba, el PNV se contagia del miedo de ETA y se dice que hay que avanzar en la ruptura.

P. ¿La ruptura que busca el PNV es la ruptura con las instituciones del Estado español?

R. La ruptura es la independencia, el sueño del nacionalismo. Lo que pasa es que siempre han creído que la ambigüedad era una fórmula en la que podían sobrevivir sin dejar el dogma. Ése era el anhelo, el instrumento era la ambigüedad. Pero en un momento determinado piensan que necesitan otra etapa, no ya instalados en la autonomía, sino en algo que no es la independencia, pero sí un proceso de autodeterminación, soberanista. No es que se vaya a echar al monte. Está en el monte.

P. Pero ¿no es legítimo pretender ese proceso de independencia? Si no existiera ETA, ¿estaríamos hablando de lo mismo?

R. Legítimo, sí. Pero si no existiera ETA, nosotros también tendríamos la tranquilidad de defender nuestras ideas sin tener que protegernos y que escoltar a todos nuestros concejales. En nuestra Constitución en modo alguno vetamos ni impedimos que alguien pueda defender las ideas independentistas que crea convenientes. En España hemos tenido un especial cuidado de que se puedan defender esas ideas. Somos nosotros los que estamos amenazados por defender las nuestras, no ellos.

P. ¿Lo más importante ahora es saber qué va a hacer el PNV cuando se ilegalice a Batasuna?

R. Lo más importante es saber qué hará la mayoría social de los españoles en los próximos meses y años. Es nuestra capacidad de no desistir. Dependemos de nosotros mismos. Haga lo que haga el PNV y haga lo que haga ETA. Es la clave de la situación. Si entendemos lo que hemos estado haciendo estos 25 años, si valoramos lo que se hizo en el pacto de Ajuria Enea en 1988, si valoramos lo que el juez Garzón y la Audiencia Nacional han hecho contra el terrorismo, si valoramos la Ley de Partidos y la hipotética decisión del Tribunal Supremo de ilegalizar Batasuna, si seguimos apreciando lo que hacemos... Eso será lo importante. Habrá momentos de dificultad, de crueldad, porque ETA tendrá que hacer de la crueldad su característica esencial al final de su vida. Pero si sabemos a qué nos enfrentamos la clave estará en lo que hagamos los que mayoritariamente, en España, y en buena medida en el País Vasco, seguimos apostando por la Constitución, el Estatuto y la legalidad.

P. ¿No es posible hablar con el PNV en estos términos?

R. El PNV, en mi opinión, lamentablemente para todos, ha dejado la ambigüedad. El escalofrío de Ermua, la tentación permanente de ETA, el complejo frente a ETA, han hecho que imite la agenda de la radicalidad. El día que baje del monte será bienvenido, pero está en el monte.

P. Pero el PNV no ha hecho ningún gesto que suponga la ruptura con la legalidad.

R. No hay todavía una ejecución de esa estrategia, pero en sus declaraciones ya está esa ruptura. El PNV va a seguir caminando en esa senda, salvo que haya una batalla intestina dentro del nacionalismo o que ETA, en un momento determinado, decidiera actuar sobre el PNV. Eso provocaría otra dinámica. Pero ahora el PNV ya se ha echado al monte en el terreno de la declaraciones.

P. Usted dibuja una situación francamente mala. El nacionalismo vasco da un paso, el Gobierno de Madrid reacciona..., ellos responden a esa reacción, lo que a su vez exige otra respuesta... Por ese camino se puede llegar a una situación incontrolable para todo el mundo.

R. Es verdad que tenemos más riesgos de equivocarnos que nunca. Y no podemos equivocarnos ni en el diagnóstico ni en el tratamiento. Nosotros, el Gobierno y los partidos constitucionales españoles, debemos ser conscientes de que lo primero es desarticular ETA, para devolver el margen de libertad que no tiene una buena parte de los vascos. Y luego habrá que dar una respuesta proporcional, inteligente, a cada una de las medidas de desbordamiento del marco político e institucional que haga el PNV. Pero sin que nos equivoquemos; la iniciativa consiste en la desarticulación de ETA. El asunto no es hoy el Estado de derecho frente a la iniciativa del PNV. El asunto es destruir, derrotar y desarticular una organización terrorista, que es ETA.

P. Decir que el PNV se ha echado al monte, ¿no puede llevar a los ciudadanos a identificar equivocadamente PNV y ETA?

R. Nadie ha dicho que el PNV sea ETA. Acabo de explicar que hay dos realidades, dos interpretaciones diferentes del nacionalismo, que son ETA y el PNV. Lo que pasa es que uno se mete en la senda del otro; el PNV se contagia de la ruptura del otro. Desde Estella, son dos cosas distintas en convergencia, dos proyectos en convergencia. No puedo responsabilizarme de que haya gente que no matiza, como lo hago yo, entre ETA y PNV.

P. Si el PNV está ya en esa senda de ruptura, significaría que una buena parte de la población vasca comparte ese camino.

R. Nunca se sabe, cuando unos representantes adoptan un camino, hasta qué punto tienen el apoyo social sostenido para hacerlo. Es un partido que había acostumbrado mucho a la sociedad a la ambigüedad; a lo mejor gran parte de la sociedad no termina de creerse la senda de la ruptura. Por eso es tan importante defender el respeto a las reglas y la configuración de una alternativa. En el País Vasco, más que nunca, los partidos de ámbito constitucional deben trabajar por una alternativa democrática. No estar obsesionados con lo que haga el PNV, sino ofrecer una alternativa democrática, por si hay quien tiene dudas respecto a lo que va a hacer el PNV.

P. ¿Por eso son tan importantes las elecciones municipales?

R. Creo que ETA va a tratar de boicotearlas. Si son ilegalizados, van a tratar de hacerlas imposibles. Van a tratar de arrastrar al resto de la sociedad al boicoteo. Un boicoteo activo. No sé cómo lo harán, porque posiblemente tampoco lo sepan ellos todavía. Pero la intuición me lleva a pensar que tratarán de no aceptar el resultado electoral.

P. En eso no existe, desde luego, convergencia con el PNV, porque el lehendakari quiere que se celebren las elecciones.

R. Sí, en ese camino no hay convergencia. El PNV quiere romper, pero quiere mantener el poder, quiere una ruptura desde el concierto económico, desde las instituciones vascas; una ruptura administrando un billón y medio de pesetas... Ése es el contrasentido del PNV. Batasuna quiere romper destruyendo las instituciones; el PNV quiere romper administrando el poder.

P. ¿Hay un acuerdo de los partidos democráticos para celebrar las municipales al margen de cuál sea la amenaza de ETA?

R. Nadie puede decir lo que va a suceder de aquí a un año, pero creo que el PP y el PSOE haremos todo para que esas elecciones se celebren. Otra cosa son los intelectuales, que dicen, y es muy legítimo, que no hay condiciones para celebrar las elecciones. Es un debate muy abierto. Pero yo creo que el PP debe intentar conseguir el mayor número de representantes posibles, tener los mejores resultados y facilitar una municipalización de la alternativa. Pero sin duda va a ser un año muy difícil para poder defender las ideas constitucionales.

P. ¿Se ha recompuesto el entendimiento entre el PP y el PSOE, como antes de las elecciones autonómicas?

R. Más allá de las dificultades, de las desavenencias que, sin duda, se produjeron a raíz de la caída de Nicolás Redondo, las circunstancias van a impulsar más ese encuentro. Algunos decíamos que el PNV estaba en una Estella bis, a cámara lenta, y hubo un desencuentro en ese diagnóstico. Pero es verdad que ahora, tanto en la Ley de Partidos como en el propio debate que celebramos en el Parlamento vasco el pasado 12 de julio, la esencia, los principios en el discurso, han coincidido en el PP y en el PSOE. Sólo una rectificación del PNV podría modificar las relaciones entre el PP y el PSOE, y eso sería el fruto de una buena noticia. Pero no es lo que vislumbro en estos momentos.

P. ¿El nuevo equipo del PSE comparte más ahora su análisis?

R. No lo sé. Yo no he hablado con ellos. No tenemos una relación tan fluida. Antes del 12 de julio llamé a Patxi López porque era consciente de lo que iba a defender el PNV en el Parlamento. Le ofrecí cualquier fórmula que visualizara un mayor entendimiento; se quedó para hacerlo después. No se consideró oportuno por su parte hacerlo antes. No están rotos los puentes, no; es verdad que yo tengo un respeto especial hacia Carlos Totorica o Nicolás Redondo, o hacia las personas que han encarnado determinadas posiciones en el Partido Socialista, pero eso no significa que no haya que hacer lo que haya que hacer con López y su equipo.

P. El PNV afirma que siempre ha intentado atraer el voto de Batasuna y que ésa es la manera de acabar con ella.

R. Es jugar con fuego. Lo puede hacer, pero que sepa que está en el terreno del otro. La única pregunta que uno tiene que hacerse es por qué una organización como ETA, derrotada política y socialmente en el País Vasco, puede arrastrar a un partido como el PNV por la senda de la ruptura, que al final es la senda de la derrota. Por miedo. Creen que hay que romper, hacer algo, porque si no, el nacionalismo no sobrevive.

P. ¿No puede ser que tengan miedo a un renacimiento del nacionalismo español?

R. Ermua no tiene nada que ver con el nacionalismo español. Tiene que ver con un grito que es ¡basta ya! Es una razón moral, ética, de toda España. No es nacionalismo. El PNV reacciona ante lo que cree que es un estancamiento del nacionalismo vasco; le entra pánico y se dice, 'tenemos que acortar los plazos previstos, precipitar los acontecimientos'. La clave es su reacción ante los movimientos sociales y frente a una realidad que intuye, más que frente a la radicalización de nuestras posiciones o a que crea que somos unos peligrosísimos nacionalistas españoles.

P. Arzalluz dice que no va a romper con la legalidad del Estado español.

R. Miente. El problema del País Vasco es una gran mentira sobre nuestra historia, como si el problema fuera un litigio entre vascos y españoles durante 200 años. Pero para mantener una mentira histórica necesitas cómplices en el presente; los cómplices son el crimen y la mentira. Una organización para matar y otra para mentir. Es la única forma de mantener una mentira histórica. ETA es la expresión del crimen, pero, por incongruente que parezca, en sus comunicados dice la verdad. El PNV ni mata ni asesina, pero miente casi siempre. Su fuerza es la mentira y cree que para conseguir sus objetivos hay que mentir. Es mi opinión, con todos los matices que se quiera.

P. Al margen de todo, hay un Gobierno de la nación y un Gobierno del País Vasco. ¿No es posible encontrar la forma de que las dos instituciones se relacionen?

R. En 2002 se ha producido el acuerdo de mayor entidad entre los dos, el concierto económico. Y, además, de duración indefinida. Nadie niega que es una relación difícil, pero que debe existir. Lo que pasa es que entre instituciones hace falta lealtad. La pregunta es: ¿cabe recuperar la lealtad en el marco de la autonomía? Espero que sí, pero el PNV tendría que hacer una rectificación.

P. Y si la respuesta fuera no, ¿qué pasaría?

R. Si el proceso sigue como va, la alternativa democrática al nacionalismo será una necesidad que no sólo será vista por cientos de miles de vascos -que ya la vieron en las elecciones de 2001-, sino por muchos más. Si el PNV continúa en la ruptura, la alternativa llegará antes. En la sociedad vasca se imponen la moderación y la sensatez. Hay gente que cree que hoy eso es votar al PNV y no ha sido suficiente el sufrimiento de las víctimas para hacerle cambiar de opinión, pero eso no significa que esa gente no sea moderada o que no tenga sentido común. Votan al PNV porque les da más seguridad y más tranquilidad, pero si este proceso de ruptura continúa traerá una gran inseguridad.

P. Incluso aunque existiera una ruptura por parte del nacionalismo vasco, ¿cree que nunca debería implicar una ruptura del modelo autonómico por parte del Estado español?

R. El modelo autonómico es muy amplio. Autonomía es ya España. Nosotros no tenemos que desenfocar la cuestión. El Gobierno de España tiene una prioridad, que es terminar con ETA. Y luego tendremos que dar una respuesta proporcional, inteligente y adecuada a cada uno de los desbordamientos del marco político que haga el PNV. Nuestra fortaleza es la Constitución y el Estatuto. Yo no entro en política ficción. De momento, nosotros estamos para acabar con ETA. No nos equivoquemos desenfocando cual es la iniciativa de España.

Jaime Mayor Oreja, portavoz del Grupo Popular en el Parlamento vasco.BERNARDO PÉREZ

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