Chirac planea una reforma electoral para cerrar el paso a la ultraderecha

La extrema derecha no debe hacer imposible la formación de mayorías. Ésa es la consigna que debe inspirar el actual Gobierno conservador francés, que prepara un plan para reformar los distintos modos de escrutinio y favorecer a las formaciones (partidos o alianzas) mayoritarias.

En las elecciones legislativas de 1997 y las regionales de 1998 la derecha pagó un alto precio electoral por el mantenimiento de ciertas normas. Por ejemplo, el que pudieran mantenerse en la segunda vuelta de las legislativas tres y hasta cuatro candidatos. El ultraderechista Frente Nacional (FN) pudo hacerlo en...

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La extrema derecha no debe hacer imposible la formación de mayorías. Ésa es la consigna que debe inspirar el actual Gobierno conservador francés, que prepara un plan para reformar los distintos modos de escrutinio y favorecer a las formaciones (partidos o alianzas) mayoritarias.

En las elecciones legislativas de 1997 y las regionales de 1998 la derecha pagó un alto precio electoral por el mantenimiento de ciertas normas. Por ejemplo, el que pudieran mantenerse en la segunda vuelta de las legislativas tres y hasta cuatro candidatos. El ultraderechista Frente Nacional (FN) pudo hacerlo en 132 circunscripciones y eso agravó la derrota de la derecha ante la izquierda. Luego, en 1998, varios candidatos de la derecha democrática se dejaron tentar por el FN y aceptaron pactar con él para poder mantener el control de ciertas regiones. El descrédito que esa operación lanzó sobre el conjunto de la derecha fue importante y sólo la firmeza de Jacques Chirac ante el FN evitó males mayores.

En 2004 Francia vivirá un año de elecciones cantonales, regionales europeas y senatoriales. Cuatro sufragios y cuatro técnicas de valoración del voto, pero una prisa común: las reglas de un escrutinio sólo pueden cambiarse, como mínimo, un año antes de su convocatoria. Hay pues que apresurarse.

Mínimos más altos

El ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, quiere que los mínimos para poder mantenerse en la segunda vuelta de las regionales sean más altos y que la prima de representatividad a los ganadores sea más alta que hasta ahora. En el caso de las europeas el cambio viene forzado porque ahora el número de diputados franceses será mucho menor (72 en vez de los actuales 87) y eso permite plantearse una regionalización de la consulta, evitando convertirla en una prueba para el Gobierno.

Los senadores, por su parte, esperan una restricción de la proporcionalidad que ha de convertir la Cámara alta en aún más conservadora. El Senado, que la izquierda había sugerido incluso suprimir, también entraría así en una lógica de regionalización, lo que favorecería al primer ministro, Jean-Pierre Raffarin, que no en vano es senador de la derecha.

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Con todo, sería para las legislativas, que no han de celebrarse en principio antes del año 2007, para cuando se reservaría el cambio más esperado: la supresión de las triangulares. La medida sólo puede entenderse como destinada a acabar con el Frente Nacional en tanto que rival de la derecha liberal-conservadora. El problema es que el FN representa entre el 12% y el 18% del electorado francés y no es seguro que acabar con él por medios técnicos sea una buena medida política, tal y como ya pudo verse tras las presidenciales y legislativas de 1988, que privaron al FN de sus diputados sin que eso significase una disminución de su caudal de votantes.

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