CARTAS AL DIRECTOR

Viajar con Iberia

No me extraña en absoluto lo relatado por los pasajeros del vuelo 6250 de Iberia siniestrado en Nueva York respecto del pésimo o nulo servicio proporcionado por la compañía. Hace tres meses viajé de regreso desde Buenos Aires a Madrid con mi hija, que por entonces tenía seis meses.

Era el domingo de Pascua, por lo que el vuelo venía bastante lleno. Aun así, quedaban dos asientos libres, pero cuando solicité a una de las azafatas que me cambiara de lugar para poder tener un asiento libre al lado, me respondió que ella 'no iba a mover a nadie de su asiento para que usted viaje más cómoda'...

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No me extraña en absoluto lo relatado por los pasajeros del vuelo 6250 de Iberia siniestrado en Nueva York respecto del pésimo o nulo servicio proporcionado por la compañía. Hace tres meses viajé de regreso desde Buenos Aires a Madrid con mi hija, que por entonces tenía seis meses.

Era el domingo de Pascua, por lo que el vuelo venía bastante lleno. Aun así, quedaban dos asientos libres, pero cuando solicité a una de las azafatas que me cambiara de lugar para poder tener un asiento libre al lado, me respondió que ella 'no iba a mover a nadie de su asiento para que usted viaje más cómoda'. Así las cosas, debí viajar 11 horas con la niña en brazos, puesto que no se me proporcionó cuco ni nada. Para ir al servicio, debía pedir a la pasajera que viajaba a mi lado que me sostuviera a la niña, lo mismo para preparar un biberón.

Al llegar a Barajas, se me informó de que el cochecito había sido enviado al compartimiento de equipaje. Pregunté quién me lo alcanzaría (suelen subirlos a cabina para que una pueda bajar con él). Me dijeron que debía recogerlo en equipajes. Pregunté entonces quién me ayudaría, ya que llevaba a la niña en una mano, más mi bolso de mano y el de la niña en la otra (no podía sacar el pasaporte, por ejemplo). Me respondieron que 'ése no era su problema', puesto que

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ellos no podían bajar a tierra, que preguntara en el aeropuerto.

Allí, un guadia civil muy amable me indicó que debía ayudarme personal de lberia, pero no había nadie disponible en ese momento.

Finalmente, un pasajero de origen australiano tuvo la enorme amabilidad de cargar con la niña para que yo pudiera pasar el control de documentación y recoger mis valijas. Me prometí a mí misma no viajar nunca más con la compañía lberia.

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