VISTO / OÍDO

Santuario

Viene del latín, 'sanctus'; un lugar santificado, por alguna razón situado por encima de las leyes humanas: allí encontraban refugio los perseguidos por cualquier ley: los arqueros del señor o el alguacil con su requisitoria. En los bárbaros tiempos se respetaba: ahora, en Sevilla, se acaba de violar desde dentro: la rectora que lo mantuvo para proteger a inmigrantes perseguidos lo ha levantado y la policía ha entrado, ha esposado, ha preso. La Universidad era un santuario: tenía su fuero. En los días previos a la guerra civil recuerdo muy bien que los guardias se detenían en la puerta del ins...

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Viene del latín, 'sanctus'; un lugar santificado, por alguna razón situado por encima de las leyes humanas: allí encontraban refugio los perseguidos por cualquier ley: los arqueros del señor o el alguacil con su requisitoria. En los bárbaros tiempos se respetaba: ahora, en Sevilla, se acaba de violar desde dentro: la rectora que lo mantuvo para proteger a inmigrantes perseguidos lo ha levantado y la policía ha entrado, ha esposado, ha preso. La Universidad era un santuario: tenía su fuero. En los días previos a la guerra civil recuerdo muy bien que los guardias se detenían en la puerta del instituto que yo frecuentaba. Las buenas cosas de la civilización se acaban: suelo decir que por la semántica.

'Santuario' empezó a ser un lugar malvado donde se refugiaban los asesinos en relación a que sus armas eran menos poderosas que las de sus perseguidores, que tenían entre ellas la palabra. Naciones próximas a Vietnam eran 'santuarios' para los guerrilleros, y la gente buena consideraba asesinos a esos rebeldes. 'Santuario' llamábamos a Francia porque se refugiaban los de ETA. Como un derecho sólo se combate con otro, el de refugio o protección, el de santuario o el fuero, se combatieron con 'el derecho de persecución'. Apareció con los franceses para los argelinos y luego con los indochinos: inventaron el 'droit de poursuite', derecho de persecución allá donde estuvieran, nación soberana o país neutral. Los americanos lo aumentaron cuando tomaron la guerra que perdieron los franceses, entraron en los santuarios: ampliaron el problema y perdieron.

Este episodio sevillano tiene interés en la decadencia de ciertas costumbres. La rectora acogió con su derecho a los refugiados. Negó el paso a la policía y permitió ayuda a los desgraciados que no son delincuentes más que en razón de unas leyes inventadas contra ellos. Ahora dice que el campo se había transformado en otra cosa; un vicerrector dice que les favorecía una Red -con mayúscula-; los denunciantes de los periódicos demostraron en sus columnas -yo tengo un santuario- que era una maniobra contra el Gobierno, y formaba parte del complot de la izquierda... ¿Quién le ha dicho qué a la rectora? ¿Cómo ha cambiado? Qué más da: lo que importa es ver cómo unos perseguidos desarmados, aterrorizados, han sido entregados por los guardianes del santuario, o del fuero universitario, a los racistas.

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