Columna

Ministro y prócer

Ya tenemos nuevo presidente de la Generalitat en la persona de José Luis Olivas. El pasado miércoles tomó posesion de su cargo acompañado de una presencia de cualificadas personalidades del Gobierno español y del PP. En primer lugar hay que destacar, en mi opinión, al que sin duda será el candidato a la presidencia del Gobierno en las próximas elecciones generales, Jaime Mayor Oreja. También cabe resaltar la asistencia de la presidenta del Senado, Esperanza Aguirre, la del flamante ministro de Trabajo, Eduardo Zaplana y, como síntesis, representando al Gobierno y al partido, el ministro y secr...

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Ya tenemos nuevo presidente de la Generalitat en la persona de José Luis Olivas. El pasado miércoles tomó posesion de su cargo acompañado de una presencia de cualificadas personalidades del Gobierno español y del PP. En primer lugar hay que destacar, en mi opinión, al que sin duda será el candidato a la presidencia del Gobierno en las próximas elecciones generales, Jaime Mayor Oreja. También cabe resaltar la asistencia de la presidenta del Senado, Esperanza Aguirre, la del flamante ministro de Trabajo, Eduardo Zaplana y, como síntesis, representando al Gobierno y al partido, el ministro y secretario general del movimiento popular, Javier Arenas. Una muy cualificada representación política. No podremos quejarnos los valencianos con la cantinela de que Madrid no nos tiene en cuenta. Pero no acaba aquí la cosa. Aznar, a la hora de remodelar su Gobierno, ha querido honrarnos a los valencianos incorporando a su gabinete a quien fue nuestro molt honorable presidente Zaplana. ¿No es para que nos sintamos orgullosos? Ahí tienen ustedes, por ejemplo, a los catalanes de CiU, a quien Aznar les ha ofrecido una y otra vez formar parte de su gobierno. Y ellos negándose en redondo. Allá se las compongan. Nosotros, los valencianos, tenemos el honor de que Aznar se haya dignado incorporar a su equipo a Zaplana, nombrándole ministro. Pero Zaplana no se ha contentado con esto sino que ha querido darle más relieve a su presencia en Madrid, para mayor orgullo nuestro, nombrándose a sí mismo, senador. Para lo cual sólo ha tenido que ordenar el cumplimiento de los trámites necesarios: que dimita un senador nombrado por las Cortes Valencianas y que estas Cortes le nombren a él en su lugar. Tenemos, pues, a Zaplana ministro y senador, es decir, prócer. No olvidemos que el Senado ha sido históricamente conocido como el Estamento de Próceres. Con razón ha dicho Esteban González Pons que tener a Zaplana como senador es 'un lujo para los valencianos'. Pues nada: ¡viva el lujo y quien lo trujo!

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