Despedida agridulce

Una larga cena de Eduardo Zaplana con sus más íntimos colaboradores el sábado en Altea Hills puso el colofón a una semana frenética para el PP de la Comunidad Valenciana y el equipo de gobierno al frente de la Generalitat. Las palabras emotivas no lograron ocultar una cierta sensación de orfandad que se extiende a varios ámbitos de la Administración autonómica.

El carácter personalista del ex presidente de la Generalitat y su propensión a controlar hasta el más mínimo detalle ha generado una inercia perversa. Un alto cargo de la Generalitat sugiere que varios consejeros se han acostumbr...

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Una larga cena de Eduardo Zaplana con sus más íntimos colaboradores el sábado en Altea Hills puso el colofón a una semana frenética para el PP de la Comunidad Valenciana y el equipo de gobierno al frente de la Generalitat. Las palabras emotivas no lograron ocultar una cierta sensación de orfandad que se extiende a varios ámbitos de la Administración autonómica.

El carácter personalista del ex presidente de la Generalitat y su propensión a controlar hasta el más mínimo detalle ha generado una inercia perversa. Un alto cargo de la Generalitat sugiere que varios consejeros se han acostumbrado a cumplir órdenes minuciosas y a evitar iniciativas propias. Las ausencias del ex presidente solían traducirse, de hecho, en fases de auténtica atonía política.

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Pero ahora afrontan una fase nueva. José Luis Olivas tiene otra forma de ser y cada miembro del Consell tendrá que asumir mayor autonomía y riesgo a la hora de tomar decisiones.

Todo parece indicar que Olivas refrendará al actual equipo. Sólo algún asunto personal podría provocar cambios porque la capacidad de maniobra de Zaplana en el segundo escalón del Ministerio de Trabajo está muy restringido. Juan Chozas, secretario general de Empleo, ocupa la posición más frágil en el actual organigrama. Sin embargo, es el redactor del decretazo que desembocó en la reciente huelga general y no es probable que Zaplana prescinda de sus servicios cuando su primera misión será intentar limar asperezas con los sindicatos. Los movimientos de personas serán mínimos, pero el cambio de talante, decisivo.

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