OPINIÓN DEL LECTOR

Prioridades en el metro

¿Para qué sirve anunciar un producto en televisión, hablando de lo bueno que es? Evidentemente, para venderlo. Y cuando se anuncia un servicio público como el metro, ¿es para venderlo a los usuarios? Si el metro es de todos, ¿como se puede vender algo que es de todos? Entonces la empresa privada que lo compre se aprovechará del sacrificio de todos los usuarios.

La línea 8 sirve para ilustrar lo anterior: las prisas por terminarla han supuesto molestias y pérdidas de tiempo durante meses a los usuarios de las líneas 9 y 10. La mayor parte del dinero para su realización ha salido del bols...

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¿Para qué sirve anunciar un producto en televisión, hablando de lo bueno que es? Evidentemente, para venderlo. Y cuando se anuncia un servicio público como el metro, ¿es para venderlo a los usuarios? Si el metro es de todos, ¿como se puede vender algo que es de todos? Entonces la empresa privada que lo compre se aprovechará del sacrificio de todos los usuarios.

La línea 8 sirve para ilustrar lo anterior: las prisas por terminarla han supuesto molestias y pérdidas de tiempo durante meses a los usuarios de las líneas 9 y 10. La mayor parte del dinero para su realización ha salido del bolsillo de los ciudadanos, aunque cuando inauguran una estación parece que son ellos los que han realizado el desembolso. En proporción al número de estaciones, es la línea que tiene menos empleados y en peores condiciones; de hecho, en la macroestación de Nuevos Ministerios sólo habrá un empleado, con el empeoramiento del servicio que eso implica; por contra, es la que tiene más vigilantes (empleo precario). La estación de Nuevos Ministerios se ha construido pensando más en la estética (para los ojos) que en su funcionalidad (para su utilización).

Los trenes son los más rápidos y modernos, aunque no los más cómodos, ya que son los que menos asientos tienen. Y, por supuesto, es la que se anuncia en la televisión. Todo esto nos lleva a pensar que estamos ante la crónica de una venta anunciada, donde los usuarios y los empleados ponen el sacrificio y las empresas privadas se llevarán los beneficios.

Para el señor Cortés está muy claro: las inversiones en metro tienen un orden de prioridades, ya que no hay dinero para todo; es decir, para él es más importante que los usuarios de línea 8 lleguen en 12 minutos al aeropuerto que los de la línea 5 tengan un servicio digno para llegar al trabajo. Ahora dicen que en la línea 5 van a poner trenes nuevos; puro cinismo: son los que sobran de la línea 10, ya que para este señor la línea 5 (de trabajadores por antonomasia) es el estercolero donde se llevan los trenes que sobran en las demás líneas. Los trabajadores van todos los días al trabajo y sólo dos días al año, como máximo, al aeropuerto. Está clara la necesidad de invertir en la línea 8.

Por otro lado, se siguen anunciando nuevas ampliaciones ha-cia el exterior, entrando en una absurda competencia con cercanías, y a la vez olvidando a los miles de madrileños que viven en barrios sin estación de metro y sin hacer líneas circulares que unan barrios para evitar aglomeraciones. Y ahora se anuncia un nuevo desprecio a los usuarios con la suspensión de la línea. ¿Por qué no hay autobuses alternativos para los que necesiten ir a Cuzco o a Santiago Bernabéu? ¿Sucedería lo mismo si fuera época de fútbol? La experiencia me dice que para el señor Cortés es más importante ir al fútbol que al trabajo. ¿Las prioridades del Consorcio de Transportes son las mismas que las de los ciudadanos de Madrid?

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