AL VOLANTE | PRUEBA

Carácter con confort

La estética deportiva del Mazda 6 está acorde con el diseño interior y el comportamiento dinámico del conjunto. Es una berlina familiar, pero tiene una posición de conducción baja y unos asientos con sujeción lateral, como corresponde a los modelos con carácter. Y lo mismo sucede con el buen tacto de los mandos y la calidad de conducción.

La mecánica del Mazda 6 está configurada para que el conductor disfrute cuando se sienta al volante. Tiene una dirección eléctrica muy rápida y precisa, y unas suspensiones enérgicas, pero ofrece un buen compromiso entre estabilidad y confort porque la...

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La estética deportiva del Mazda 6 está acorde con el diseño interior y el comportamiento dinámico del conjunto. Es una berlina familiar, pero tiene una posición de conducción baja y unos asientos con sujeción lateral, como corresponde a los modelos con carácter. Y lo mismo sucede con el buen tacto de los mandos y la calidad de conducción.

Carácter y seguridad

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La mecánica del Mazda 6 está configurada para que el conductor disfrute cuando se sienta al volante. Tiene una dirección eléctrica muy rápida y precisa, y unas suspensiones enérgicas, pero ofrece un buen compromiso entre estabilidad y confort porque las reacciones no son nerviosas y absorbe bien los baches. Circula con mucho aplomo y, aparte de obedecer enseguida a lo que se ordena desde el volante, balancea poco en las curvas y es ágil y seguro en todos los trazados. Y permite viajar sin cansar a los ocupantes. El resultado es un comportamiento eficaz y se completa con unos frenos que responden con garra al instante y un equipo de seguridad muy completo con todas las ayudas electrónicas, desde un ABS de última generación hasta el control de estabilidad ESP, que en Mazda se llama DSC.

Prestaciones suficientes

El motor 2.0 16v., de 141 CV, es la alternativa intermedia del Mazda 6. Combina unas prestaciones correctas y más que suficientes para la mayoría, con unos consumos ajustados para tratarse de una mecánica de gasolina.

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La respuesta es deportiva y va de menos a más a medida que sube de vueltas. No responde con demasiada elasticidad a bajo régimen y le falta algo de fuerza por debajo de 3.000 revoluciones, sobre todo en las subidas largas. Sin embargo, aumenta su carácter y nervio según se aproxima a las 6.500 vueltas, adelanta bien y mantiene buenas velocidades de crucero sin apenas esfuerzo. Una de las claves es el cambio, que tiene unas marchas más cortas de lo habitual que priman el brío. Pero aunque el accionamiento es preciso, resulta más lento de lo deseable para un coche con mentalidad deportiva.

En realidad, sólo se echa de menos una sonoridad mecánica más baja, porque el motor tiene una rumorosidad de fondo en autopista que acaba molestando. Por lo demás, los consumos son comedidos: unos 8 litros a ritmos tranquilos, 11 en conducción rápida y 12 en ciudad.

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